Una gran noche la que nos esperaba en Rivas. Anda que no le han dado vueltas al tema, los días anteriores; que si en Butarque, que si en otro lado de Leganés, que no sabían si lo daban, que sí pero en Rivas… Lo bueno fue que tuvieron el detalle de poner 50 autobuses gratuitos desde Butarque hasta el Auditorio Miguel Ríos, tanto de ida como de vuelta.

Crónica de Caperucita Rock de MariskalRock.com

A las 19:00 se abrían las puertas, y la gente iba enfiladísima a coger sitio, las horas pasaban y no paraban de entrar personas hasta las 17.000 totales. El concierto no empezó a las 22:00 como estaba previsto, sino media hora más tarde. Al público esto no le gustó mucho, pues hubo quejas constantes más  silbidos de nerviosismo por ver salir al Robe y a los suyos.

A las 22:30, y simulando que bajaban desde un container, salían al escenario cual si su casa fuera y estallamos, todo el público puesto en pie , agitando las manos, gritando una y otra vez “Extremoduro, Extremoduro”. No cabía ya el ápice de resentimiento por hacernos esperar, todo el mundo los seguía. El sonido era bueno, los chiringos para refrescarse más de lo mismo y Rock & Roll había de sobra, empezando por “Extraterrestre” en versión totalmente instrumental.

 

En la primera mitad, puedo decir que fue donde se notó quién es fiel seguidor de Extremoduro. Empezaron con las canciones clásicas “Sol de invierno”, “Buscando una luna” y “La vereda de la puerta de atrás”, más dos nuevas que también tuvieron seguimiento, “Locura transitoria” y “Mama”; pero es que tras “Golfa” y “Si te vas” hicieron un pausado tema nuevo, “Canta la rana”, que Robe pidió que no grabáramos para que el momento fuera único en cada ciudad; antes Roberto Iniesta estuvo bastante tranquilo, relajado y en algunos momentos incluso sentado en el escenario, por su parte, fue increíble ver a un Iñaki con esos pedazos de solos que se marcaba.

Después de recurrir sin racaneos a ‘La ley innata’ (“Dulce introducción al caos”, “Lo de fuera” con fragmento de otro tema nuevo y “La realidad”) se tomaron un descanso para más tarde seguir con la actuación. En esos 20 minutos, nos dio tiempo a debatir que canciones serían las que tocarían.

Terminado el tiempo de descanso, salieron de nuevo a escena y el público nuevamente enardecido, queriendo más, mucho más. Pudimos ver que en esta segunda parte, todos estaban más animados, sobre todo el Robe, que no paró de moverse y sacar su sonrisa de vez en cuando, mucho más movimiento aparte de la soltura con su guitarra, marcándose algún solo el también, como el alargado de “Jesucristo García”.

 

Esta parte era más para forofos y no tan forofos, con canciones de siempre, de las que no pueden faltan en un concierto de ellos, sonando brutales de la cabeza a los pies. El bajista Miguel nos deleitaba siendo un puro nervio y teniendo una precisión de la leche con su instrumento. Sonaron “Prometeo”, la citada “Jesucristo…”, “So payaso”, “Autorretrato”, “Standby”, “Salir”, “Puta”…clásicos de una de las bandas más veteranas y queridas de nivel nacional, deshilachando poemas al micrófono y alguna anécdota cotidiana. También se colaron otras dos canciones recientes: “Poema sobrecogido” (extendiendo su descarnado final) y “Mi voluntad”.

 

El que para mí flojeó un poco en el directo fue el batería, Cantera, con algún fallo pequeño pero sin importancia, y según pasaban las canciones fue dejándose más y más la piel, con una furia expresada a base de baquetazos. Tras “¡Qué borde era mi valle!”, terminaron con una de las mejores composiciones y de las más reconocidas, “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, más un bis, “El camino de las utopías”; con Robe ya fuera de escena, fue enlazado con la tradicional apoteosis final en base a “Rockin’ All Over The World” de John Fogerty, que puso un broche de oro a una noche llena de sentimiento y muchísimo arte

 

Decir que no fue de los mejores conciertos que hayan dado, supongo que el paso de los años no es en balde. Aun así fue tremendo verlos, como para cualquier religioso ver a su todopoderoso en carne y hueso de nuevas. La verdad que en el repertorio -donde apenas hubo nada de los cuatro primeros discos- faltaron algunas, sobre todo una que los asistentes pedían muchísimo, que era la admirada “Deltoya”. Nos queda esperar que la recuperen para los días 12 y 13 en Madrid, porque nunca nos cansaremos de verlos, oírlos, sentirlos. Si llevas el rock en la sangre, llevas a Extremoduro.

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