Motorhead – Bad Magic

Se ha dicho siempre que las buenas costumbres nunca deben perderse, y si no, que se lo pregunten a Lemmy y su banda. Con un ritmo de disco cada dos años (aproximadamente) desde hace ya algún tiempo, Motörhead vuelve a la carga como se esperaba en este 2015, tras el arrollador ‘Aftershock’ de 2013. Y lo hacen sin nada de experimentaciones con gaseosa, ni ridículos giros hacia lo más extraño que pueda pasárseles por la cabeza. ‘Bad Magic’ irrumpe con la fuerza característica del combo, de forma directa y simplificando las bases todavía más si cabe. Aunque, posiblemente, es ahí por donde pierda quizás algún que otro entero el disquito que aquí nos ocupa.

Crítica de Álvaro López “Txondo” de Mariskal Rock

 

¿Decepción? No exactamente. La banda ofrece lo que se espera y con todo el buen hacer que cada miembro acostumbra mostrar. Nadie a estas alturas va a dudar ni de Phil Campbell (32 años en el grupo, que se dice pronto) a las seis cuerdas, ni mucho menos de la apisonadora Mikkey Dee y la bestial marcha con la que sacude sus parches. De Lemmy, ni hablamos: estará como está, nadie lo duda, su voz da para lo que da y su salud nos lo va manteniendo. Con su peculiar rasgueo al bajo, sus whiskys, vodkas, o lo que quiera que se meta ahora. El caso es que lo haga. Lo que nos brinde, bien hecho estará. Y, básicamente, porque se lo ha ganado a pulso año tras año. Y eso pesa más que el hecho de estar realmente bien ejecutado aquello que le salga de sus santos atributos.

Por eso es por lo que aquí uno se niega a hablar de decepción, a tenor de lo catado en este nuevo plástico. Ahora bien, que una cosa no quite la otra. Sorprender, lo que se dice sorprender, ya es otro cantar. Y más si nos atenemos a lo que – por ejemplo – nos mostraron en los dos álbumes precedentes, más concretamente en el anteriormente citado ‘Aftershock’.

El álbum arranca furioso, sucio y estruendoso, como mandan los cánones. “Victory Or Die”, con el quejumbroso grito de guerra del gigante verrugoso. Este desgarro a capela da inicio a la explosión instrumental que lo sucede de inmediato. Sirve para dejar bien claro lo que nos espera durante los escasos 42 minutos que dura el invento. Y si lo que siguen son dos pelotazos de la talla de “Thunder & Lightning” (Motörhead en esencia y estado puro) y “Fire Storm Hotel” (lo mismo de antes, pero con ese acertadísimo poso añejo también característico), la cosa empieza apuntando alto.

Lo que ocurre es que justo ahí, en ese preciso momento, es en donde empiezan a aflorar (qué fino, ¿no?) las carencias citadas unos párrafos más arriba. Ya sea por “Shoot Out All Of Lights” y sus manidas formas, el convencionalismo de “Electricity”, o las desafortunadas entonaciones que lucen “Evil Eye” (sobre todo) o “The Devil” (aún a pesar de la excelente colaboración de todo un Brian May en la parte del solo), el caso es que lo que se había empezado disfrutando de sobremanera, llegados a este punto, nos hará bajar de la nube en la que nos hallábamos. Y vale que “Teach Them How To Bleed” y “Tell Me Who To Kill”, nos hacen regresar ligeramente a ella, pero su repetividad y la balada que nos cuelan entre ambas (“Till The End”) nos impiden despegar de nuevo y por completo. Y más si nos atenemos a lo que nos llega de la mano de “Choking On Your Screams”, con un sabor a ‘Orgasmatron’ desgastado.

Eso sí, Motörhead nos guardan una bala en la recámara con la que nos aciertan de lleno y entre las cejas. “When The Sky Comes Looking For You” no marcará un antes ni un después, ni siquiera asentará las bases en lo que a un nuevo sonido para la banda (la verdad que tiene cierto aire ‘Another Perfect Day’), pero es efectiva y acertada.Gracias a ella la balanza logra inclinarse definitivamente hacia el lado correcto (y sin contar la cover de los Rolling con la que chapan el invento). Aun así, es un poco de lo que se comentaba allá por el principio. Decepcionar es una palabra que no suele formar parte del vocabulario de nuestro Lemmy, y aunque la cosa no pinte todo lo bien que se hubiera deseado, quizás sí que logra todo lo que uno espera de esta banda a estas alturas.

Si hasta con la carátula han optado por tirar del piloto, ¿para qué molestarse con su contenido? Motörhead ha vuelto y eso es lo que importa. No se sabrá muy bien la cuerda que le quedará todavía al grupo, y más aún, en vista a las últimas actuaciones y el estado de salud del señor Kilmister. Pero una cosa es segura: es poner el disco en el reproductor, subir el volumen lo justo para lograr escandalizar a la vecina de al lado, empezar a atronar sus canciones… y la frase “We are Motörhead, and we play Rock’N Roll” cobra vida de nuevo.

El típico sonidazo sucio, la típica tralla burra, las mismas notas, las mismas canciones… sí, vale. ¿Y qué? Son Motörhead. Unas veces andarán más inspirados, otras algo menos. Pero ya son 40 años sacudiendo al mundo y habrá que aprovecharlo mientras los tengamos. Llegará el día en el que nos falten, y se les echará de menos. Y mucho. Como sentencia Lemmy tras sus conciertos: “Don’ forget us”.

Hagámosle caso. Más sabe el diablo por viejo…

Tracklist:

1.  Victory or Die
2.  Thunder & Lightning
3.  Fire Storm Hotel
4.  Shoot Out All of Your Lights
5.  The Devil
6.  Electricity
7.  Evil Eye
8.  Teach Them How to Bleed
9.  Till the End
10. Tell Me Who to Kill
11. Choking on Your Screams
12. When the Sky Comes Looking for You
13. Sympathy for the Devil» (The Rolling Stones cover)

Crítica de Álvaro López “Txondo” de Mariskal Rock