“Lo que aletea en nuestras cabezas” es el disco en solitario de Robe Iniesta, líder de Extremoduro. Un álbum que para bien o mal no está dejando indiferente a ningún seguidor de la mítica banda.
Crítica de Miriam de The DrinkTim
Permítanme sentirme azafata de vuelo por unos segundos y explicarles los protocolos a seguir para una correcta escucha de “Lo que aletea en nuestras cabezas” sin caer en la más absoluta depresión post-Extremoduriana. Han de saber lo señores pasajeros que lo primordial es recordar que, sí, Robe es Extremoduro en esencia, pero que no por ello toda su vida se resumirá en eso. Si sienten que les falta el aire, simplemente paren el reproductor e inicien el disco desde cero, escucharlo al completo es una cuestión de orgullo, un reto. Si creen que su estómago es incapaz de digerir correctamente, no utilicen bolsa alguna y mentalícense: Estamos ante un disco difícil de tragar a la primera y quizás a la segunda o tercera también. Ahora, si están preparados, abróchense los cinturones. ¡Despegamos!
Ojalá una introducción al caos. Pero no. La andanza en solitario del señor Roberto Iniesta, ahora llamado Robe, se inicia más bien con una introducción a la calma. Con una introducción instrumental pausada, bonita sí, pero de banda sonora de tragicomedia americana, o de esas de sevillanos enamorados de vascas. “Un suspiro acompasado” tiene la voz que nos ha ganado durante tantos años, pero embotellada en un frasco de mariposas revoloteando sobre tartaletas de fresa. Más de nueve minutos de la versión más desnuda del cacereño afincado ahora en oídos femeninos adolescentes. Echamos de menos al Iniesta, pero debemos asumir que ello se perdió con aquel Extremo tan duro que se hizo un hueco en la historia del rock patrio. El Robe, a secas, se ensaña ahora entre violines y vientos, dejándose caer pausadamente en brazos de la lírica.
Si aún estábamos tratando de asimilar la creación primera de la soledad de Robe, “Y rozar contigo”, el single del disco, suena de nuevo y nos presenta una canción que una servidora no sabe muy bien por dónde cogerla. Está pisando esa delgada línea entre encumbrarse o caerse por el precipicio, aunque personalmente todo apunta a lo segundo. Es compleja, abusa de demasiado instrumento sonando al unísono, lo que crea un caos en el tímpano que, ya lo siento, pero no. Violinicémonos todos, el cacereño se predispone a sumirnos en un sueño profundo con su “Nana cruel”. No nos gusta el Robe dulce, no nos gusta el Robe de taburete en medio del escenario, no nos gusta este Robe. Solamente nos gusta el Robe que, en esta canción, muestra síntomas de esa rabia que parecía adormecida y que tan necesaria es. Eso sí, la nana efectiva es, ¡qué aburrimiento! Menos mal que la coplilla flamenca que suena más a Extremo, “De manera urgente”, nos desvela momentáneamente. Por suerte.
¡Ey!, señores, que les juro que La oreja de Van Gogh no ha cambiado de vocalista y añadido vientos. Que lo que están escuchando aún es Robe. Sí, sí, el Robe de Extremoduro. Ese mismo El que viste, calza y adormila. El que nos espeta, camuflado bajo el esperanzador título “Por un ser pervertido”, un pop dulzón que aunque hablar de desengaño puro y duro lo hace de nuevo con regusto a puro flúor de fresa. Y dirán ustedes, si el tema siguiente se titula “Ruptura leve” igual es que va a romper con la aburrida monotonía en la que se ha convertido este trabajo. Pues siento desilusionarles y decirles que nada de eso va a suceder. Ni sucederá con “Guerrero”. ¿”Vente a esta orilla que hay marejadilla, mi amor”?, ¿qué pasa con tu vida, Robe? Creo que esa simple frase habla por sí misma de la canción. Nada más que añadir.
El desinflado Robe se siente valiente y decide cerrar el disco con “Contra todos”. Que quizás le suene de algo, que quizás recuerden haber escuchado en algún directo de Extremoduro y que, estoy segura de que compartirán conmigo, sonaba mejor más pura, más real, con menos ornamento del aplicado de cara a este trabajo que, recordemos, no. Puede que sí, esta canción se antojara como necesaria, más que nada ver si de verdad se encuentra a sí mismo y puede volver a ser aquel que dejaba de lado la vereda de la puerta de atrás por donde, tristemente, se nos está yendo.
Como dicen las señoras mayores en las corralas del sur: “se veía de vení”. Hace ya algunos trabajos de Extremoduro que se dejaba entrever la decadencia del rock que hace tiempo brotaba con una rabia atronadora de las entrañas de un cacereño llamado Robe Iniesta. Hoy, con “Lo que aletea en nuestras cabezas”, Robe no solamente ha perdido el apellido, sino que ha perdido esa rabia que puede convertir una lírica musicalizada en rock and roll y no en simple pop de radiofórmula.
Tracklist:
- Un suspiro acompasado
- Y rozar contigo
- Nana cruel
- De manera urgente
- Por ser un pervertido
- Ruptura leve
- Guerrero
- Contra todos
Crítica de Miriam de The DrinkTim