Hacía tiempo que no me acercaba a una sala y veía, y sentía, tanta expectación. Allí íbamos, acercándonos a la sala, y comprobando que la cola ya daba la vuelta a la esquina, que el ambiente que reinaba era excepcionalmente bueno y que, según nos contaban, había gente allí apostados desde las 11 de la mañana, con sus pancartas, banderas y demás parafernalia. Cosas estas que se han ido perdiendo y reservando prácticamente a esas bandas míticas que llenan estadios. Una alegría ver aquello, lo que nos dispuso, más todavía, a disfrutar de una gran noche. Y es que ganas de Trivium había, y muchas.

Como las había de ambos grupos invitados, ya que esa fue otra de las grandes noticias de la noche: una gran parte de la audiencia no se quedó fuera en los bares o haciendo botellón mientras esperaban la hora de entrar a ver al cabeza de cartel. Y es que cuando SHVPES salieron a escena, la sala presentaba un aspecto más que envidiable. Los de Birmingham salieron a no hacer prisioneros y dieron una lección de energía, fuerza y conexión con el público que nos dejó a todos exhaustos.

“False Teeth” fue un buen bofetón para todo aquel que andase todavía algo dormido. Griffin Dickinson, seguramente bien enseñado por su padre (no hace falta decíros quien es su padre, ¿Verdad?), se hizo enseguida con el escenario, sin parar de moverse a un lado y a otro, subiéndose a una plataforma en el frontal del escenario, colocada a tal efecto, o animando al público constantemente. Vocalmente demostró enseguida que estaba pletórico, combinando a la perfección las voces rasgadas, esas casi rapeadas y las limpias. La banda, y el sonido, acompañaba y es que los graves de “State Of Mind” en adelante te golpeaban el pecho hasta faltarte el aire.

No daban respiro en absoluto, conscientes también de su limitación horaria y de que tenían que darlo todo en poco más de media hora, siguieron desgranando su reciente lanzamiento con cortes como “Skin & Bones”, contundente y pegadiza, y “Two Minutes Of Hate”, de corte más rapero pero sin renunciar a un buen estribillo cantable. La estrofa me recordó, por momentos y salvando las distancias, a RATM, y hacia el final, en la parte más agresiva organizaron un Wall Of Death que salió bastante decente. No había tiempo para charlas ni pérdidas de tiempo, así que “Pain. Join. Ecstasy. Despair”, corte que da título al álbum, nos traía unos pequeños momentos de pausa con un comienzo, y un interludio, de corte acústico y preciosista. Quizá el tema más elaborado de la banda, en cuanto a estructura y partes diferenciadas.

“God Warrior”, mezcla perfecta de melodía y contundencia, pasó volada, y sin casi darnos cuenta nos encontrábamos en “Shapes”, tema con el que cerraron, pero ¡de qué manera!. Brutal el Circle Pit que se organizó, al que se unió el propio Griffin Dickinson, quien tuvo serias dificultades para conseguir volver al escenario. Gran concierto de SHVPES, que reventaron la noche desde el principio y que ponía alto el listón.

Cabe mencionar, que se encontraban las tres baterías montadas sobre el escenario según entramos a la sala, cosa curiosa, sin duda, y que si bien restaba algo de espectáculo y movimiento a las primeras bandas, la realidad es que agilizó notoriamente los cambios de escenario. Así pues, 20 escasos minutos después SikTh saltaban al escenario. Quizá eran los que menos pegaban en el cartel, con su metal de corte progresivo y deje Djent, pero de lo que no había duda era de que también había expectación por verlos. Lo comenté en el parón, lo iban a tener muy difícil con el recital que habían dado SHVPES, y no me equivoqué. Sin dar un mal concierto, quedaron bastante por debajo de sus compañeros de cartel, sobre todo en sonido y ejecución.

“Philistine Philosphies”, con la que abrieron, ya dejaba claro lo anteriormente comentado. El sonido, para empezar no era lo contundente que había sido con SHVPES, hasta ahí puede ser comprensible, ya que aun con puntos en común su música es muy diferente. El problema era la descompensación. Los bombos por momentos parecían ser el único instrumento sobre el escenario y las voces de Mikee Goodman y Joe Rosser no llegaron a empastar del todo en ningún momento. Dicho esto desde el punto de vista de alguien que estaba allí sin la parte emocional que supone ir a un concierto simplemente a pasarlo bien y no además a estar atento a todas estas cosas para luego contároslas. Seguramente me habría metido más en el concierto y estos asuntos no me habrían parecido tan notorios, porque la realidad es que la gente disfrutaba. Eso si, sin la conexión, ni de lejos, que hubo con SHVPES.

“Part Of The Friction” y “Flogging The Horses” ahondaron en lo ya comentado, y no fue hasta “Hold My Finger” cuando levantaron de verdad a la sala. Una pena que parte del tapping y el sweep picking inicial fuesen disparados, algo que todavía no termino de entender, dada la técnica sobrada de los miembro de la banda, y que no había ningún aliciente externo como para llevar ese comienzo pregrabado. Con todo, se marcaron un gran tema con el que por fin consiguieron conectar con el público, que les recompensaría con más Wall Of Death y Circle Pits.

“When Will The Forest Speak…?”, una locución bastante oscura, daba paso a “Pussyfoot”, de su primer álbum, que fue con “Hold My Finger” y la posterior “Skies Of Millenium Night”, lo mejor de su repertorio. Fueron de menos a más, y su final de concierto con “Sanguine Seas Of Bigotry” y “Bland Street Bloom” no estuvo exento de calidad, de movimiento y de una buena respuesta de la audiencia. Como dije, no fue un mal concierto, pero una pena todos esos detalles que lo deslucieron, y el handicap añadido de cuando sales detrás de un grupo que acaba de poner la sala patas arriba.

Salía yo a fumar, mientras se producía el cambio de escenario, cuando me di, literalmente de bruces con Matthew Heafy quién entraba por la puerta de la sala como un espectador más, seguido minutos después por el resto de la banda. El respeto fue máximo, nadie se abalanzó sobre ellos, nadie les importunó minutos antes de salir a tocar, y esto también es digno de mencionar, ya que como fans a veces no entendemos que hay momentos y momentos para acercarse a nuestros ídolos.

Una vez abajo, con la sala ya en modo sold-out, y tras un “Run To The Hills” a volumen atronador que cantó todo el mundo, empezaba a sonar “The End Of Everything”, la intro del “Ascendancy”, mientras iban saliendo a escena y la sala enloquecía. Sin más preámbulos arrancaron con “Rain”, y es que el mencionado álbum iba a tener mucha representación esa noche. ¿Qué decir? Pues que en apenas un minuto se hicieron con la But de arriba a abajo, que sonaban limpios, claros y contundentes y que en los cuatro minutos y doce segundos que dura el tema demostraron sobradamente porque había tantas ganas de verlos y porque son lo que son. Debo decir, por poner alguna pega, que durante los primeros temas vi a Heafy un poco inseguro en las voces limpias. Nada grave, ni mucho menos, ya que, además, con el paso de los temas fue afianzándose con estas.

“Forsake Not The Dream” fue la siguiente, sin mayores artificios, y dio paso a una de las más coreadas y esperadas de la noche, como lo atestiguó la reacción del público ante las primeras notas de “Down From The Sky”. Absolutamente espectacular. Hacía muchísimo tiempo que no los veía, la última vez fue cuando vinieron teloneando a Annihilator, y ya entonces demostraban unas maneras fuera de serie. Esta noche estaban demostrando porque se han convertido en un referente para las generaciones más jóvenes, y no tanto, y es que la profesionalidad, la ejecución, la técnica, la calidad y todos los epítetos positivos que queramos ponerles se quedan cortos. Como, a mi juicio, se les quedó corta la But. Seguramente podrían haber optado por un recinto mayor que lo habrían reventado igualmente. Otro acierto de Route Resurrection, como si fuera poco organizar el que quizá sea el mejor festival de este país: el Resurrection Fest.

“Rise Above The Tides”, dentro de que no me acaba de convencer su último disco, sonó igual de bien que las anteriores, pero uno de los momentos de la noche llegaba justo después con “Entrance Of The Conflagration”, tema complejo, cargado de cambios que ejecutaron a la perfección y con un duelo de solos entre Matt Heafy y Corey Beaulieu, quien por cierto estuvo también inconmensurable a las voces, que dejó a todos con la boca abierta.

Esta fue la única representación de “The Crusade” en el set list, comprensible porque aquel disco es el que más se sale de su metalcore habitual, pero también algo decepcionante, ya que “Ignition” o “Anthem (We Are The Fire)” son cortes para reventar en un directo. Fue el momento de dirigirse al público por parte de Matt antes de encarar la etapa reina de la noche. Y es que “The Deceived”, “Dying In Your Arms”, absolutamente espectacular y que me dejó en la cabeza durante toda la noche aquello de “And now I see it’s you that’s tearing me… ensnaring me…” y “Strife”, otra de las más coreadas de la noche, fue demasiado. ¡Qué manera de disfrutar! La sala patas arriba es decir poco.

Tras esto llegó el bajón, si es que puede decirse así, porque de bajón nada, pero después de semejantes tres temas “Dusk Dismantled”, “Throes Of Perdition”, tremenda también y “Silence Is The Snow” rebajaron ligeramente la euforia. Sobre todo esta última, y que los temas de su nuevo disco no terminan de cuajar del todo, como pasó al final con “Until The World Goes Cold”. Y creo que la banda es consciente de ello, ya que significativo es que tocasen cinco temas del “Ascendancy” y sólo tres del disco que en teoría venían presentando. Quizá si se van consolidando en el set list la gente acabe por apreciarlos de otra manera. Pero bueno, que esto es hilar muy fino, porque creo que aquella noche Trivium podrían haberse marcado “La Macarena” en versión acústica que habría sido celebrada igualmente.

“Pillars Of Serpents” fue una agradable sorpresa. La única representación de “Ember To Inferno”, su primer álbum que acaban de reeditar remasterizado y con un montón de extras. Volviendo a hilar fino, de aquel disco quizá habría metido la que da nombre a éste o “Requiem”. Pero a lo que vamos, fue una gran sorpresa y muy celebrada. El final volvió a ser de infarto “A Gunshot To The Head Of Trepidation” y “Pull Harder On The Strings Of Your Martyr”, con la mencionada “Until The Worlds Goes Cold” entre medias, reventaron la But, llevándonos de nuevo a la época del “Ascendancy” disco que les catapultó a la fama. La banda entregada y el público extasiado en una sinergia realmente especial. ¡Chapeau!

Ya solo quedaba que se retirasen brevemente para volver al escenario mientras sonaba “Captizing The Sea” y encarar “In Waves” único y excelso bis que nos ofrecieron. Trivium demostraron que, pese a discos mejores o peores, en directo son una auténtica apisonadora, una máquina perfectamente engrasada, y solo queda dar las gracias por la noche que nos hicieron vivir. A ellos y al resto de los asistentes por crear una atmósfera tan propicia para disfrutar de una gran noche de Metal.

Crónica de Alberto López de Metal Symphony