Sepultura, como todas las grandes formaciones metaleras de su generación, ha llegado al 2017 a trompicones pero haciendo gala de una constancia estimable y sobre todo por una capacidad de encajar críticas a prueba de bombas. Las cosas no pintaban demasiado bien para Andreas Kisser y Paulo Jr, cuando Igor Cavalera decidía bajarse del barco para ir a protegerse en los brazos del hermanísimo y sin embargo, paradojas de la vida, la comunidad metalera ha ido demostrando de un tiempo a esta parte que, hoy por hoy, existe un mayor apego y respeto por lo que Sepultura ha ido fraguando desde aquel lejano “Againts”, que por los proyectos liderados por un Max Cavalera cada vez más errático.
La regularidad es una virtud que no siempre se destaca. En los tiempos en los que parece que o triunfas o mueres, es todo un arte de equilibrista hacer lo que hacen Sepultura, que es estar siempre ahí, ni muy arriba ni muy abajo, siempre acechando. Es cierto que ya nunca llegaron y posiblemente llegarán al mejor nivel de sus clásicos, tampoco van a revolucionar el Metal, que para eso ya hay jóvenes dedicando esfuerzos en ello, pero al menos hay que reconocer el mérito de que casi todos los trabajos de la banda desde aquel “Roots”, que marcara un cambio de ciclo en el Metal, mantienen un nivel aceptable, y personalmente creo que habiéndole dado las oportunidades necesarias a los dos trabajos inmediatamente anteriores, “Kairos” y “The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart”, mejoraban en mucho la época más criticada de la banda; esos discos son los más claros puentes tendidos por Andreas Kisser y Paulo Jr. entre su época “hardcore” y la esencia más extrema de sus inicios, discos que si no destacan más es porque hay numerosas propuestas hoy en día que hacen lo mismo y mejor.
Sepultura sigue adelante buscando su esencia y su propio camino con “Machine Messiah”, decimocuarto trabajo de la banda, grabado en los Street Studios suecos con Jens Bogren en los controles. Se trata de un disco en el que Sepultura profundiza en las texturas y cierto apego compositivo, más “groovero” y luminoso, dejando un poco atrás las más corrosivas andainas del oscuro “The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart”, aunque conceptualmente mantiene con aquel una visión inquietante de la realidad social y el concepto de manipulación de las masas. Algunas estructuras complejas llaman la atención en una clara intención de Andreas Kisser por demostrar sus dotes en tareas compositivas. A la larga, ese algo de innovación es el mayor aval de este interesante aunque desconcertante trabajo.
Sin duda alguna “Machine Messiah” volverá a suscitar debates encendidos entre partidarios de la vieja y la nueva época. El comienzo del disco no podría ser más atípico con “Machine Messiah”, un medio tiempo muy melódico en el que un Derrick Green irreconocible en las voces es el auténtico protagonista. Este tema tiene un algo experimental como ya dejaban entrever en el disco anterior con “Grief”. Aunque no se trata de un mal tema, las alarmas se disparan; Jens Bogren cambia radicalmente el sonido de la banda respecto a lo que había realizado Ross Robinson en “The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart”. Sabíamos que los miembros de Sepultura eran capaces de ofrecer algo más que pura y dura “zapatilla” pero no que se iban a poner tan exquisitos. “I Am The Enemy” quizás sería el lógico tema de entrada aunque quizás ellos vieron que era demasiado típico. A la postre pasa por ser el tema más reconocible, rápido, potente, hardcore a lo Sucidal Tendencies pero con voces más garrulas. Es un instante breve y potente que posiblemente no pase a la historia porque los temas que le siguen logran borrarlo del mapa. El primero en hacerlo es “Phantom Self”. Señores, bienvenidos al show particular de Eloy Casagrande, ese batería del que dentro de unos años hablará todo el mundo. Sepultura muestra aquí la verdadera esencia de “Machine Messiah”, mucho Groove del perdido, elementos de la música tradicional brasileña mezclados con la oriental en un interesante choque de culturas, sintetizadores para dar un toque industrial al asunto, la verdad muy interesante aunque ya a estas alturas se adivina que este disco estará lejos de la radicalidad y ese apego deathmetalero de las anteriores entregas.
Pero esto no acaba más que empezar. “Alethea” es un corte misterioso y de ritmo reposado dónde Eloy Casagrande ofrece otra muestra de su gran talento, con una parte instrumental intermedia con mucho poso progresivo. Puede que el tema adolezca de algo de chicha pero vale mucho la pena la escucha de este tema y esa deriva virtuosa que parece haber abducido a Andreas Kisser y que se muestra en todo su esplendor en “Iceberg Dances”, un corte instrumental en el que unos Sepultura totalmente irreconocibles intentan emular a unos Angra con bastante buen tino, con esos elementos tribales siempre importantes, inclusión de hammond, guitarra española, solos a lo guitar hero…un buen ejercicio de fusión pero a mil años de lo que puede esperar un seguidor de la música de los brasileños. Es a partir de aquí que muchos pueden empezar a ver este disco como una genialidad o como una tomadura de pelo, un intento de Sepultura por ser una banda de Progressive Metal.
Otro corte pesado que viene revestido de teclados sinfónicos y mucho progresivismo es “Sworn Oath” y definitivamente ya podemos decir que este es el disco más distinto e incluso antinatural que Sepultura haya facturado en su carrera. Todo suena engranado pero se echa en falta más agresividad, sobra sutileza. “Resistant Parasite” es el tema numetalero del disco, con una potente base rítmica y para mí el que más recuerda al “Roots”. Lo cierto es que Jens Bogren ha realizado un trabajo de sonido muy meritorio en estos remozados Sepultura. Los inventos sónicos continúan con arreglos de cuerda incluidos y esas partes industrial-sinfónicas. “Silent Violence” y “Vandals Nets”suponen un cierto desapego por la innovación y son cortes frescos de rotundo Thrash Metal, y la verdad es que llegados a esta altura del disco ya se necesitaba un poco de mala leche. Con todo, es notorio que en incluso en temas directos como estos se nota ese interés por querer agradar en la faceta instrumental y por momentos complican la cosa de más. Estos dos cortes son sin duda los que alegrarán más a los que echen de menos a los Sepultura pre “Chaos AD”. Y para terminar, al igual que hacían con el tema inicial, se despiden con otra excentricidad en la que exploran con sonidos pesados y voces que en algún momento nos pueden hacer pensar en unos Machine Head. Es un corte donde destacaría la labor de Andreas Kisser en las guitarras y es que el líder de la banda está que se sale en este disco.
Por si no quedara claro en el grueso de la crítica, en esta conclusión remarcaré que “Machine Messiah” es el disco en el que se perfila un mayor ímpetu por evolucionar, si bien ya en el anterior disco habían dado muestras de que no se habían dormido en los laureles, quizás para callar aquellas bocas que les acusaban de ser una banda que siempre ofrecía lo mismo. Este es un disco que volverá a ser criticado porque no alcanza el nivel de los Sepultura noventeros y todo ese tipo de cosas, pero creo que se han cascado un trabajo digno de ser escuchado con atención y que posiblemente marque el devenir de una nueva etapa para la banda.
Tracklist:
1.Machine Messiah
2.I Am the Enemy
3.Phantom Self
4.Alethea
5.Iceberg Dances
6.Sworn Oath
7.Resistant Parasites
8.Silent Violence
9.Vandals Nest
10.Cyber God
Crítica de Angel Silva de Metal 4 All