Lo retro está de de actualidad. Lo vemos en la moda, en el lenguaje (con la popularización de la palabra “vintage”, casi siempre mal acentuada aquí en España), incluso las series de televisión. Y la música, así como el arte en general, no iba a ser una excepción. Si los años noventa y la primera década del nuevo milenio parecía caracterizada por la búsqueda de nuevos sonidos y estilos, desde hace unos años también valoramos la virtud de recrear el sonido, idiosincrasia y forma de vestir de los años sesenta, setenta y ochenta. Y es que, como en el caso que nos ocupa, es una delicia cerrar los ojos mientras escuchamos un amplificador de válvulas con la distorsión a toda pastilla y esa manera de encadenar riffs y pentatónicas tan singular de la época en la que comenzaba a nacer un nuevo estilo al que se terminó denominando heavy metal.
Junto al afamado productor Brendan O’Brien, el compositor y líder absoluto de la banda Andrew Stockdale ha dado forma a un puñado de canciones con la personalidad y forma de ver la música propia de hace cinco décadas, sin nada que aportar en cuanto a novedades -ni lo pretende- aunque con un buen gusto imperante a lo largo y ancho de este “Victorious”.
“The Love that you Give” pronto pondrá todas las cartas sobre la mesa, con ese rock añejo aderezado por dosis de psicodelia sin desdeñar la contundencia. “Victorious”, por su parte, bautiza con honor al disco, siendo no sólo uno de sus mejores temas sino una de las más representativas, donde la melodía prima por encima de todo, con una parte intermedia deliciosa donde la banda realiza un interludio antes de rasgar la guitarra como toda una oda a los BLACK SABBATH más clásicos y primigenios. En una onda más tranquila, aunque sin dejar de lado lo armonioso, tenemos un precioso “Baroness” con guitarras acústicas decorando sobre las eléctricas, sonidos de palmas y un sentido estribillo. Bajando aún más las revoluciones, “Pretty Peggy” es un hermoso medio tiempo que supone todo un homenaje a Bob Dylan, aunque llega la hora del coro y no puedo sacar de mi cabeza el “True Colors” de Candi Lauper.
Con “City Lights” es curioso, porque esa melodía tan mísera, tocada como sin ganas, no se me quita de la cabeza desde hace semanas, siendo uno de los puntos álgidos de este gran disco, al igual que un “The Simple Life” que va de lo más animado de sus estrofas a un brillante estribillo donde el batería Josh Freese cambia el patrón rítmico para pasar a definir los acordes con golpes simples. “Best of a Bad Situation” vuelve a cambiar las tornas, ahora en formato acústico y unas buenas melodías, sobre todo cuando llegan al coro con falsete, de nuevo rodeado del efecto percusión de chocar las palmas de las manos. En contraposición, “Gypsy Caravan” es corrosiva en cuanto al tratamiento de la distorsión en las guitarras, desprendiendo deliciosa psicodelia en cada golpe de púa.
“Happy Face” representa lo más pesado del disco, con un riff pesado, cadente, ultra grave. Aunque se me hace algo monótona, “Eye of the Beholder” me vuelve a cargar las pilas con otra buen riff entrecortado (de los muchos que encontraremos a lo largo y ancho del disco) y otro estribillo muy conseguido. Lamentablemente “Remove your Mask” vuelve a ser otro pequeño escollo, y es que parece que las ideas no daban para tanto y ya nos vamos quedando con la sensación de que hemos escuchado algo parecido unas cuantas ocasiones antes, desde que le dimos al play, aunque afortunadamente “Wedding” y sus múltiples links de guitarra rellenando cada pasaje melodiosamente nos llevan dulcemente al inexorable final de un disco cuya principal virtud es la de hacernos disfrutar, con básica nueva, de aquellos elementos que tanto disfrutamos de nuestros viejos vinilos. Aunque personalmente, con unas canciones menos, opino que tendríamos un mejor resultado en conjunto.
Tracklist:
- The Love That You Give
- Victorious
- Baroness
- Pretty Peggy
- City Lights
- The Simple Life
- Best of a Bad Situation
- Gypsy Caravan
- Happy Face
- Eye of the Beholder
Crítica de J. José Jiménez de RafaBasa.com