La de este domingo ha sido una de las grandes ocasiones, de esas en las que vas de camino al evento y nada más subirte al transporte público ya te encuentras con hordas de personas que comparten tu misma pasión, de esas en las que te reencuentras con amigos de otras provincias que rara vez ves y que sólo sabes de ellos por redes sociales, de esas en las que un estadio de fútbol se llena repleto de voces que son todas una. Sí, una de esas que sólo el rock puede proporcionar…

Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com

 

Ha sido emocionante ya desde primeras horas, con miles de personas alrededor del Vicente Calderón avivando el ambiente festivo del que AC/DC se han nutrido en las dos horas de actuación que nos han proporcionado. Una banda que comparada su actuación a nivel físico  con lo que hacían veinte años atrás, sí que se nota que los años no pasan en balde, pero por otro lado, ¡ya quisieran otras más jóvenes llegar a lo que ellos siguen haciendo! Y es que sólo los más grandes hacen conciertos así.

Por supuesto hemos echado en falta la ausencia de Malcolm Young, aunque quién mejor para sustituir a su enfermo tío que su sobrino Stevie, quien ya se había calzado esos mismos zapatos años atrás, quedando todo en familia. Angus sigue siendo el foco de todas las miradas, comunicando con su guitarra, su pose, sus bailes y contagiándonos de su locura. Cliff Williams, junto al mencionado Stevie han supuesto esa base rítmica tan discreta como eficaz. Me ha encantado ver de vuelta a Chris Slade, un batería con más pegada que lleva en volandas a AC/DC de una manera especial, contundente y con un ritmo que al menos para mí hace que sea el mejor músico que han tenido ocupando este puesto. Y desde luego tenemos a Brian, quien lo ha dado todo, con esa forma tan suya de encarar el micrófono, animando y dándolo todo, pese a que se le ha visto pasar algún que otro apuro.

Los americanos VINTAGE TROUBLE supieron coger el toro por los cuernos con su rock&roll reminiscente del blues y el swing. Ataviados en sus trajes, cual banda de los sesenta, hicieron las delicias con un buen sonido pero un volumen bastante bajo. De todos modos encajaron a la perfección tanto como con la idiosincrasia de la banda principal como con un respetable al que dejaron unas muy buenas sensaciones. Su vocalista terminó nadando sobre los brazos de las primeras filas a golpe de “run baby run”, llevándose los primeros y merecidos “oés” de la noche.

A las 22:00 se apagaban las luces con religiosa puntualidad para mostrarnos imágenes de dos astronautas alunizando y tras escuchar las famosas palabras de Neil Armstrong, descubrir un meteorito con el logotipo de AC/DC incrustado. El meteorito estalla y pone rumbo a La Tierra, encontrándose de camino con la oronda Rosie, el rock&roll train y la campana del infierno, para finalmente estallar sobre el escenario entre el rugir de los miles de asistentes. Aparece Angus Young con su traje de colegial (esa noche tocó azul) y a golpe de guitarra abre con la potente “Rock or Bust”, que pone título a su nuevo disco. Nada más romper el hielo llegaría ya el primero de los clásicos con “Shoot to Thrill”. Brian pasa algún que otro apuro, le vemos echarse mano a la garganta, pero saca el tema con nota gracias a ese timbre suyo tan característico como chillón. “Hell Ainí’ t a Bad Place to Be” terminaba por romper el hielo, y he de decir que desde que la escuché en el video de Donnington, la prefiero interpretada por Chris Slade, con ese ritmo de charles tan marca de la casa, que le da otra dimensión al tema. En Madrid sonó de escándalo y fue la excusa perfecta para que Angus usara los dedos índices de sus manos como cuernos sobre su frente justo antes de que Brian gritara “hey you”.

“Back in Black” fue delirante, con todo el Calderón coreando la melodía de su estribillo ante la mirada de aprobación de la banda. Vuela a su nuevo disco con “Play Ball”, tras la que llegó una esperadísima “Dirty Deeds Done Dirt Cheap” que el público celebró por todo lo alto, máxime con momentos como cuando Brian le pasa el micrófono al guitarrista para cantar “but you ain’t got the guts” o éste pierde la gorra del uniforme cuando realiza el grito que precede al solo final.

Angus se despoja de su chaqueta, quedándose sólo con pantalón, camisa semi abierta y corbata y acto seguido arranca con una de las figuras de ligados más conocidas del rock: “Thunderstruck”, con toda la arena gritando al coro y donde de nuevo agradezco que hayan recuperado la contundencia de Slade para este tema, que no era lo mismo sin él, las cosas como son. Aquí vi a Brian que de nuevo tenía problemas para sacar el tema delante, pero finalmente lo hizo con su rodilla clavada en tierra y cerrando los ojos, poniendo toda la carne en el asador. “High Voltage” nos retrae al rock&roll más primitivo, momento idóneo para que el vocalista juegue en su parte central con el respetable, pidiéndoles “Gimme high”, con la consecuente respuesta.  “Rock n Roll Train” nos devuelve la magia del riff como elemento conductor principal en el rock, tras la cual se despliega la enorme campana que a su son marca lo que será el celebrado “Hells Bells” con todo el estadio inundado en luces rojas.

“Baptism by Fire” supone un pequeño momento de respiro antes de encarar otro de los momentos de la noche, un enorme “You Shook Me All Night Long” con todo el estadio cantando de a una. “Sin City” es una gran sorpresa, todo un rescate en forma de bienvenida canción, con su deliciosa parte central más bluesy y un Cliff Williams controlando la intensidad de cada nota que da mientras Angus juega a tocar la guitarra con su corbata. Con “Shot Down in Flames” el guitarrista se recorrería de derecha a izquierda y vuelta a donde empezó todo ele escenario con el famoso paso del pato del maestro Chuck Berry. El hipnótico riff de “Have a Drink on Me” nos llevaría a la electrizante “TNT” con todos cantando “oi, oi, oi” mientras imágenes de explosiones inundaban las pantallas laterales.

Se apagan las luces mientras aparece la reconocible figura hinchable femenina y todo el estadio se vuelca gritando el nombre de Angus entre riff y riff. “Whole Lotta Rosie” vuelve a poner a todos a bailar, mientras el solista termina su trabajo en la pasarela central que entraba hacia el público y acaba de elevarse. Sigue el delirio con la alargadísima “Let There Be Rock” y los vídeos en los que pudimos ver casettes de AC/DC, los cañones, el tren, los billetes de un dólar con la cara de Angus, las míticas guitarras Gibson y una estatua del siempre añorado Bon Scott. Stevie y Cliff mantienen la misma nota durante interminables minutos mientras Angus nos hace delirar con su solo sobre la plataforma elevada mientras se dispara confeti. Terminan y Angus se queda solo, ahora sobre los amplificadores que hay al fondo del escenario, para terminar bajando y dar fin a la canción todos juntos, incluso con Brian en escena, pese a que hace bastantes minutos que no tiene que cantar.

La banda se toma un pequeño receso, ante el delirio del personal expectante, volviendo con Angus emergiendo sobre una plataforma oculta en el centro del escenario entre fuego y luces rojas, para dar paso a uno de los riffs más conocidos de la historia: “Highway to Hell”. ¡Aquello se venía abajo! Nada más terminar la canción, hacen acto de presencia los cañones y los primeros acordes de “For Those About to Rock, We Salute You”, terminando por todo lo alto con salvas y fuegos artificiales como es habitual en ellos.

Y todo acabó, pese a que las luces se mantuvieron apagadas unos instantes, dándonos la esperanza de una vuelta a escena que nunca se produjo. Sí que en otras ocasiones se han movido más o han traído más elementos escénicos, pero no obstante, éste es uno de los mayores espectáculos de rock&roll que se puede presenciar hoy día.  Y tengamos en cuenta que ya no son unos chavales, que por ejemplo Angus tiene 60 años y Brian la nada desdeñable edad de 67 (y ahí le tenemos, pasando algún que otro apuro pero llegando a sus dos horas de concierto dando la nota). Y como decía arriba, ya querrían esa vitalidad y pasión por lo que se hace otros muchos con 40 años menos que ellos.

No perderé la ocasión, citando la frase que aparece en la última página del libreto que viene en el cd de “Rock or Bust”, dar, por encima de todo, las gracias a Malcolm, por hacer todo esto posible.  ¡Muchas gracias!

Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com