Siempre que se vive en cualquier ciudad, sea esta Barcelona, Londres, Ámsterdam, Nueva York o Madrid, un gran concierto, un gran acontecimiento musical, todo el ambiente se impregna de una magia muy especial. Desde que hice transbordo en la línea 5 del metro de Madrid, en Alonso Martínez en dirección a Ventas, en el vagón de metro en el que me subo, ya se palpa en el ambiente la emoción de saber que va a vivirse una noche histórica. El vagón está literalmente tomado por gente rockera, chicos y chicas con camisetas de Reincidentes, Soziedad Alkohólika, AC/DC , Leño y por supuesto, de Rosendo, cantando, animando y expectantes por llegar al recinto del concierto y que empiece la fiesta.
Crónica de Mariano Muniesa de MariskalRock.com
Salgo del metro y la cerveza, el kalimotxo, el buen rollo, la hermandad y el colegueo entre toda la gente que está preparándose para vivir este concierto invade la noche y es realmente emocionante. Esta es la esencia del rock, que a nadie le quepa duda. La camaradería, la amistad, el disfrutar de ese rock estatal tan genuinamente nuestro, ese sentimiento de pertenencia a una comunidad es tan reconfortante que el ambiente que se vive es sensacional. Al recoger mi acreditación, me encuentro con el Pirata, y ambos, charlando mientras nos dirigimos hacia la puerta, confirmamos esa sensación.
Empieza el concierto con la actuación de Rodrigo Mercado, que nos ofrece una actuación en la que siendo consciente de que el público es fundamentalmente rockero, propone un set en el que el rock es más protagonista. Temas como “Mentira”, “Las Caras Del Mal” y en la recta final, “No Pararé” y “Puntualmente Demora” arrancan del público una reacción muy positiva. No sé hasta qué punto toda la plaza realmente vibró y disfrutó de un estilo de música sustancialmente muy distinto del que venían a ver y escuchar, pero en cualquier caso hay que decir que Rodrigo demostró tablas, personalidad y habilidad para meterse el público en el bolsillo, supo conectar con toda la gente que ya había llenado el recinto y animó el ambiente cara a lo que esperábamos expectantes. Es un artista con una personalidad propia, un estilo personal y original que esta noche se reivindicó como tal en un escenario en el que había que dar el 200%. Y Rodrigo lo hizo.
Pasadas las 21.40 de la noche, se apagaban las luces, en las pantallas de la parte posterior del escenario aparecía la portada de ‘Vergüenza Torera’ y daba comienzo el concierto. Me llamó la atención que el arranque del show no fue especialmente potente, en tanto en cuanto el tema elegido para el inicio, “A Donde Va El Finado”, es un medio tiempo que el trío tampoco trata de acelerar o de imprimirle más intensidad. Parece que tratan de que el concierto sea más un in crescendo, que vaya de menos a más, puesto que el segundo tema, “Listos Para La Reconversión”, sigue en esa dinámica. No obstante en el tercero, el fabuloso “Cosita”, la banda sí que aprieta el acelerador y el público responde poniendo toda la carne en el asador, disfrutando de la historia de la prima Elena… “¡Hay que joderse con la prima Elena!”, diría entre risas el mismo Rosendo al terminar el tema.
Prosigue el show con temas entre los que destacaron, por la entusiasta reacción del público, “Hasta De Perfil” y “Salud Y Buenos Alimentos”, no tanto “Ni Fu Ni Fa” o “Delirio” en los que se mostró bastante más frío. En “Muela La Muela” hace su aparición el primer invitado de la noche, Kutxi Romero, ataviado como un auténtico hell angel, al que solo le faltaba el sombrero tejano o el pañuelo pirata. La ovación a Kutxi es espectacular y en ese momento vivimos unos de los instantes más emocionantes de una noche que nos tenía reservados momentos pletóricos. El siguiente, quizá el más emotivo, y el que a todos los fans de Leño nos tocó más la fibra sensible. Después de la aparición en las pantallas de la Plaza de unas fotografías de los dos bajistas de Leño desaparecidos, Chiqui Mariscal y Tony Urbano, todo el auditorio se emocionó –y yo el primero- cuando Rosendo se sentó con una guitarra española y tocó el mítico “Se Acabó”, el instrumental de guitarra del primer disco de Leño de 1979. Os doy mi palabra… los pelos como escarpias y no me importa reconocerlo: un nudo en la garganta de los duros de tragar de verdad
No sé cuanta gente habría esta noche en la plaza que estuviera en su día en los míticos conciertos en los que se grabó en la sala Carolina del barrio de Tetuán de Madrid el ‘En Directo’ de Leño de 1981. En cualquier caso, estoy convencido de que los pocos o muchos que estuvieran se emocionarían cuando una guapísima y radiante Luz Casal, que en aquella época participó en esos conciertos como corista, salió al escenario para cantar el “Entre Las Cejas” de Leño. De nuevo, toda la plaza es una ensordecedora ovación que se repite cuando El Drogas aparece para cantar junto a Rosendo un “Vergüenza Torera” en el que la temperatura de la plaza sube a los grados de fiebre colectiva. Pero tras un “En Agua Caliente” en que todo el público está entregado al máximo y dándolo todo, llega el momento en el que, por lo menos a mi juicio, la emoción, la entrega, la pasión se desbordan y se alcanza el punto de mayor intensidad de la noche: “Flojos De Pantalón”. La plaza entera estalla en una ovación impresionante, en la que el propio Fito Cabrales alucina con la locura que se desata cuando Rosendo ataca el riff de esa canción, que es un clásico total y absoluto de la trayectoria de nuestro hombre.
El último invitado que aparece en el concierto es no solo historia viva del rock español; es alguien íntimamente ligado a la historia del propio Rosendo, como Miguel Ríos. “Agradecido” es el tema elegido para que Miguel haga su aparición en el escenario, y a pesar de que se equivoque un par de veces a la hora de entrar en el estribillo, ¿qué importa? Su intervención es aplaudida y ovacionada con auténtica pasión y marca otro momento inolvidable en esta noche tan llena de magia.
Encaramos la recta final del concierto: “Sorprendente” de Leño, junto a “Masculino Singular”, “Pan De Higo” y “Loco Por Incordiar” marcan el ocaso del show. En el bis “…Y Dale”, “Majete” y “Navegando”, nos lleven al final definitivo con el imprescindible “Maneras De Vivir” en el que todos los invitados se suben al escenario para cantar junto a un Rosendo emocionado, feliz, henchido de satisfacción, que se despide de toda la plaza asegurando que no olvidará nunca esta maravillosa noche. Nosotros tampoco. Por lo menos, quien suscribe estas líneas.
El pronóstico meteorológico anunciaba lluvias torrenciales en Madrid para este día, y de hecho, estuvo nublado casi todo el sábado en la capital. Pero hasta los elementos se conjuraron para que todo saliera bien. Solo empezó a llover con fuerza en Madrid justo al terminar el concierto. ¿Será que Dios es del Atleti, como Rosendo y como yo?
Crónica de Mariano Muniesa de MariskalRock.com