Tierra Santa – Mi Nombre Será Leyenda

Tierra Santa - Mi Nombre Sera Leyenda

Cuando en 2010 Tierra Santa retornaron a la actividad con Caminos de Fuego tras un largo silencio y con una formación remodelada ya dejaron constancia de que su nuevo perfil estilístico, aún manteniendo ciertos vínculos con el pasado, incursionaba en terrenos categóricamente accesibles, dejando “fuera de juego” su lado más energético.

Con Mi Nombre Será Leyenda, insisten con mayor profundidad en su propósito de acercarse a sonidos más propios del pop que del rock, no digamos ya del heavy metal, que aquí queda difuminado casi por completo y cuyos trazos solo se reflejan en algunos acertados solos de guitarra que resultan opacados por un entorno que marca decisivas distancias.

Puntuación: 5
Crítica de Locky Perez de
 Musicopolis

El inicio, con “Mi Nombre Será Leyenda”, nos muestra ya la sofisticación que exhibe el álbum al completo, con un riff muy tecnificado (algo que será reiterativo en la grabación) y unos solos de guitarra interesantes, además de una voz que encaja perfectamente en el entorno musical. También se perfilan unas directrices alejadas de toda agresividad, prevaleciendo la elegancia sobre la efusividad, algo que, asimismo, determina el contenido total del trabajo. Las mismas premisas encontramos en “Más Allá De La Vida”, aunque menos efectiva que la primera.

A partir del tercer tema, “Solo Se Vive Una Vez”, ya descubrimos que la voz de Angel San Juan va a tener un predominio incontestable y que la instrumentación va a estar supeditada a su protagonismo. Tal como descubriremos seguidamente en “Héroe”, entrando el disco en una dinámica anodina de melodías flácidas y elegancia edulcorada propia de las producciones construidas para ser consumidas en el festival de Eurovisión, como podremos comprobar a continuación con “El Cielo Puede Esperar” y sobre todo, en “Si Estás Allí”, de innegable comercialidad.

Con “Perdido En El Paraiso”, “Genghis Kan”, “Hasta El Amanecer” y “El Ultimo”, recuperan algo de vivacidad pero siempre dentro de unos parámetros ceñidos a un sonido, si se quiere exquisitamente producido, pero previsible, de riffs redundantes y ritmos convencionales.

Se puede alegar en favor del álbum que rebosa exquisitez en sus formas, pero quedan muy marginados los rasgos de rock duro; más bien se trata de rock dietético, que solo mantiene residuos de aquellas armonías tipo Iron Maiden que daban consistencia en otros tiempos a los trabajos de Tierra Santa.

Crítica de Locky Perez de Musicopolis