Se puede describir de varias maneras, pero la que me parece más apropiada es «apoteósico». MANOWAR nos han ofrecido la mejor de sus caras en un concierto tan brutal como emotivo.
Ya en las horas previas se respiraba un ambiente festivo, de que algo grande iba a suceder. Con un clima que acompañaba e invitaba al disfrute en las calles, los aledaños a la sala y la rivera del río eran testigos de la ilusión de unos fans que esperaban con ansias la apertura de puertas.
Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com
Una apertura que llegó en la hora indicada de las siete de la tarde, pero una entrada a la sala que se dilató bastante por el tema de cacheos y la entrada de cámaras fotográficas, por cierto con una política de perseguir al que estuviera filmando o sacando fotos realmente estricta durante todo el concierto por parte del personal de seguridad.
Como digo, tocó esperar a que todos estuviéramos dentro, con una selección de bandas sonoras (la de «Gladiator» creí reconocer entre otras) hasta las nueve en punto, hora en que se apagaron las luces y a todo volumen emocionarnos con la inmortal música de Miklós Rózsa y la frase de Orson Welles: «Ladies and Gentlemen, from the United States of America, all hail MANOWAR«. Un volumen que sigue cumpliendo la máxima de «when other bands play, MANOWAR kills», y es que el golpeteo en el pecho de las frecuencias bajas dificulta incluso la respiración. Totalmente atronador en cualquiera de las zonas de la sala, eso sí al fondo del todo con una nitidez increíble por momentos.
La banda estuvo al más alto nivel, tocando todos los temas seguidos (la gran mayoría empalmados entre sí) sin dejar respiro. Los famosos solos y discursos fueron reducidos al mínimo, contando con un solo de Logan y otro de Joey en el que a parte de unas escalas y acordes de flamenco, interpretó el clásico «Williams Tale», y con un discurso en el que a parte de alabar a la empresa suministradora del sonido, estuvo centrado, como no podía ser de otro modo, en la figura del tristemente fallecido Scott Columbus, del que alabó su faceta como músico y amigo, haciendo especial hincapié en lo buen padre que era, e indicando que le encantaba España dado lo mucho que nos gusta salir de fiesta por la piel de toro.
Pese a que los más buscados por las miradas son Joey y Eric, cabe destacar la labor rítmica de un brutal Donnie Hamzik y la gran labor a la guitarra de Karl Logan, eso sí quedándose esa noche en un discreto segundo plano físicamente. Joey sigue siendo el mecenas e ideólogo con su particular bajo (de cuatro y ocho cuerdas en el caso de los que usaba para las partes acústicas) y su forma de tocarlo, así como el sonido que de ellos extrae. Siempre se me ha hecho curioso esa especie de kata, como si de un artista marcial se tratara, que desemboca en el conocido «sign of the hammer» y es realmente emotivo verle arrancar las cuerdas al instrumento al final, exigiendo que todos tengamos los brazos en alto con el citado símbolo. Pero sin duda el gran maestro de ceremonias fue Eric Adams, cantando a un nivel altísimo toda la velada, rozando el sobresaliente y, pese a mostrarse parco en palabras, altamente comunicativo con su público. El palizón físico de Adams fue increíble, dando su 100% sin decaer en las casi dos horas y media de concierto.
Siempre se echan en falta canciones, eso es algo inevitable, pero desde luego poco se puede reprochar a un set list muy repartido en todas las épocas. Comenzando por desgranar íntegramente su primer álbum «Battle Hymns» que sonó de lujo, con un inicio con «Manowar» que sigue siendo la forma ideal de arrancar, la macarra «Death Tone», «Metal Daze» que nos puso a todos a corear las palabras «heavy metal», la marchosa «Fast Taker» y el pegadizo estribillo de «Shell Shock», la densa «Dark Avenger» de nuevo con la voz sampleada de Welles creando una atmósfera increíble hasta que se acelera con ese increíble grito de Eric, hasta llegar al himno -valga la redundancia- del coreadísimo «Battle Hymn» que puso patas arriba aquello.
Era el momento de cantar puño en alto «Brothers of Metal» que, pese a perder en cuanto a su versión en estudio, y es que esos coros doblados al estribillo le dan un punto especial, vivirla en directo significa un momento muy especial. Desde este momento, una selección de clásicos de sus primeros álbumes supusieron uno de los momentos álgidos de la velada, con temas de la talla de «Blood of my Enemies» (suprimiendo la introducción con armónicos ya que la empalmaron a la anterior, lo cual como digo, hicieron con bastantes temas), «Kill with Power» con un Eric desatado en los gritos haciéndonos corear a todos «die, die», la épica «Sign of the Hammer» con ese final operístico que Adams clavó una vez más, y la muy bien recibida «Fighting the World», que fue uno de los momentos más grandes de la velada.
Hasta aquí doce temas, un corto solo de guitarra y ni un solo parón, sin duda MANOWAR nos estaba ofreciendo la cara que más nos gusta ver de ellos. Es el momento de Joey para coger el micrófono y dedicarle a Scott Columbus una sentida «Gates of Valhalla» que nos puso a todos los pelos de punta, viendo a un emocionado vocalista quitarse las lágrimas de la cara, recordando al tristemente fallecido ex compañero con uno de sus temas predilectos. Por cierto, un Scott Columbus que, cierto es siempre se le criticó por falta de técnica, pero sin duda su pegada y estilo fue seña de identidad de la banda, además de tener el lujo de haber interpretado sus mejores álbumes, las cosas como son.
No paró el torrente de emociones, pues de seguido llegó «Heart of Steel». Tras el solo de bajo, «Metal Warriors» nos relataba que todos nosotros habíamos oído la llamada, para corear de nuevo «heavy metal… or no metal at all» y explicarnos después que los dioses crearon el heavy metal y vieron que era bueno, pidiéndoles que lo tocaran más alto que el infierno: «The Gods Made Heavy Metal». «Number One» la oda al sacrificio en el deporte fue toda una sorpresa muy gratamente recibida y coreada. «Hail and Kill» nos ponía a mil por hora de nuevo, seguidas de tres atronadoras y rapidísimas versiones de «House of Death», «Hand of Doom» y «The Power» (peco de redundante, pero increíble Eric Adams una vez más en temas tan exigentes, pero es que es de alabar el aguante físico y vocal de este señor).
Tras una corta retirada al camerino, hacía acto de presencia el bajista micrófono en mano, para preguntarnos si queríamos más y pidiéndonos que abandonáramos la sala despacio, pues estaban dolidos por la pérdida de su amigo y querían conservar el calor de la gente el mayor tiempo posible una vez se retiraran.
«Warriors of the World United» sellaba definitivamente la hermandad entre banda y público, empalmando con un atronador «Black Wind, Fire and Steel» que desató la locura general por última vez, alargando el final con los acoples de instrumentos y ceremonialmente poniendo fin al concierto, incluso dejando algún detalle anecdótico como cuando Joey roba la copa y apura la copa de vino con la que el vocalista iba a brindar hacia el público, teniendo que ir éste a llenarla detrás de los amplificadores.
Gran noche y gran concierto, de esos que no se olvidan. Ojalá retomen esta costumbre porque realmente estos sí son los MANOWAR que todos queremos presenciar en directo y por los que merece la pena desplazarse y abonar una entrada. Después todos destrozados, gritándonos los unos a los otros con los oídos taponados e incluso con secuelas el día después, pero sin duda, merece la pena.
Vaya desde estas líneas además mi más sentido reconocimiento hacia Scott Columbus. La noche del domingo tu alma estuvo presente entre nosotros y siempre te recordaremos.
SETLIST:
- Manowar
- Death Tone
- Metal Daze
- Fast Taker
- Shell Shock
- Dark Avenger
- Battle Hymn
- Sun of Death
- Brothers of Metal
- Blood of my Enemies
- Sign of the Hammer
- Fighting the World
- Gates of Valhalla
- Hail and Kill
- Call to Arms
- House of Death
- Hand of Doom
- Thunder in the Sky
- The Power
- Kings of Metal
- Warriors of the World
- Black Wind
- Fire and Steel