«Space, the final frontier…» ¡Cómo olvidar la famosa frase con la que comenzaba la que seguramente sea la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos de la televisión! Pues bien, tomando esta referencia (así como el título de la quinta película de la saga «Trek», y la peor sin lugar a dudas) IRON MAIDEN se embarcan en la aventura de su décimo quinto álbum de estudio.
Muchas conclusiones se pueden sacar, y por supuesto todas ellas muy válidas y para todos los gustos. Ríos de tinta fluyen desde que los primeros adelantos salieron a la luz, y los que fluirán…
Puntuación 7/10
Crítica de J. José Jiménez de RafaBasa.com
Y es que, al margen de la -lógica por otro lado- controversia, creo que la conclusión principal que podemos extraer es que a día de hoy, MAIDEN hacen lo que buenamente les apetece, sin prisas y sí, con muchas pausas (casi cuatro años han pasado desde «A Matter of Life and Death») planificando sus giras y tiempos de estudio en función de lo que ellos y Rod Smallwood estén dispuestos a dar. Eso sí, nadie les puede reprochar, al menos en directo, que cuando se dedican al grupo, todos ofrecen su 100% hacia los fans.
Y sobre el resultado final, pues cada uno tendrá su opinión, totalmente válida, por lo que me dispongo a dar aquí la mía. El sonido es deudor de la nueva era inaugurada en «Brave New World» por Kevin Shirley, si bien noto que más que nunca se ha intentado jugar con las tres guitarras y hacerlas destacar claramente en la mezcla final. La batería suena clara y poderosa y, por supuesto, el bajo destaca en todo momento, como no podía ser de otra manera. La voz se mantiene claramente al frente, con un Dickinson que, una vez más, vuelve a sorprendernos con nuevas forma de enfocar los temas, como más adelante se comentará. Melvyn Grant no es el mejor portadista del grupo, y ni mucho menos quien mejor ha retratado a la popular mascota Eddie, si bien el resultado no es malo (aunque tampoco soberbio, como cabría esperar) logrando un mejor acabado en el single de «El Dorado» que en la portada del álbum en sí.
En todo caso, está claro que estamos ante una obra más de esos «nuevos MAIDEN» que inauguraran una nueva etapa en «Brave New World», por lo que muy posiblemente a los que hayamos disfrutado de su música desde entonces «The Final Frontier» sea de nuestro agrado, no opinando igual los que en exclusiva valoren su época dorada de los ochenta y comienzos de los noventa. Como tal, el disco está claramente diferenciado en dos partes: la inicial con temas algo más convencionales y la final con los más largos o, como no muy acertadamente se viene diciendo desde hace un tiempo, progresivos, supongo que para intentar agradar tanto a un sector de fans como al otro.
El primer bloque viene representado por «The Final Frontier», un tema muy rockero con riffs 100% del estilo Adrian Smith, precedida por la desconcertante introducción «Satellite 15…», elegida como primer single (por cierto, pedazo de vídeo bien hecho), «El Dorado», tema de adelanto que salió hace varias semanas y, que sin ser una maravilla, creo que gana bastante con las escuchas (especialmente me gusta el puente antes del estribillo, con una combinación de armonías algo inusuales) aunque esa forma de empezar y terminar a lo «Hit The Lights» no la veo muy acertada, «Mother of Mercy», posee un toque muy clásico con ese cabalgueo a medio tiempo marca de la casa, «Coming Home», tema lento que no termina de ser una balada como tal, y sin duda les ha quedado realmente bien (y es que parece que le han cogido el punto a estas canciones desde aquel lejano ¨»Wasting Love») y «The Alchemist», lo más rápido del disco totalmente ochentero (se me antoja con un deje a los temas menos populares de «Powerslave», por ejemplo) con esas melodías dobladas en terceras inconfundibles.
A partir de aquí, tenemos la colección de temas largos, pareciendo otro disco totalmente distinto a lo que veníamos escuchando. La intro de «Isle of Avalon» está muy conseguida, con ese aire a «The Lonelines of the Long Distance Runner» a base de acústicas construyendo una melodía en la que se basa buena parte de la canción, amén de distintos cambios de ritmo muy bien construidos y originales. «Starblind» es, junto con «Mother of Mercy» lo más flojo o mejor dicho, las que más desapercibidas pasan, un corte que no habría desentonado en «Virtual XI» por su atmósfera y estructura. Dickinson se pone en la piel de un cuenta cuentos para relatar el comienzo de «The Talisman», de estructura compleja, con numerosos cambios de ritmo (nuevamente muy bien construidos y enlazados entre si) llegando a superar levemente los nueve minutos, donde se aúnan elementos nuevos y antiguos. Nuevamente sorprende el vocalista al introducirnos a la historia de «The Man Who Would Be King», tema de aires épicos y largo minutaje, donde de nuevo los cambios de ritmo están muy presentes (genial a partir del estribillo con unos ritmos desconocidos dentro del repertorio personal de McBrain) teniendo como colofón final la parte acústica donde Dickinson, de manera dulce recita «Far Far Away, The Man Who Would Be King». La obra se cierra con una de las canciones más largas de su historia, «When the Wild Wind Blows», único compuesto por Steve Harris en solitario en esta ocasión, y es que parece que, como le pasara a Queen en sus últimos años, se han vuelto menos individualistas a la hora de componer (o quizás es que ha surgido así esta vez, quién sabe). Tengo que decir que es el que más me ha gustado de todos, y es que me encantan estos temas largos de Harris, en la onda «For the Greater Good of God», por poner un ejemplo, con los mismos acordes de toda la vida pero, usados con imaginación y amor a lo que se hace. Casi once minutos para disfrutar una y otra vez e ir descubriendo matices en cada escucha.
En conclusión, me parece un buen álbum, deudor de su sonido y forma de composición de los últimos años, a la par de coherente con su trayectoria reciente. Me gusta esa forma de no hacer concesiones a nadie que no sean ellos mismos (ausencia de un single radiable, temas largos porque ellos han decidido que así sean, etcétera), porque a fin de cuentas ¿no es esa la esencia MAIDEN que en su día les llevara a realizar obras maestras como «Seventh Son of a Seventh Son», «Powerslave» o «The Number of the Beast», o a destacar en sus comienzos de entre el maremágnum de música punk reinante en la época? Y cuidado, que no estoy poniendo este disco a la altura de aquellos (porque no lo está, las cosas como son), pero en mi opinión la esencia y actitud perdura claramente, luego habrá quien considerará si la calidad e inspiración también o no, muy lícito en cualquiera de los casos.
En cualquier caso, «The Final Frontier» nos ofrece la posibilidad de disfrutar de IRON MAIDEN por unos años más en los que tenemos la actual gira y la que luego darán para presentar el álbum en condiciones, así como futuras entregas en DVD de su historia acompañadas de más giras «revival» y quien sabe si algún disco nuevo de estudio. Todo se irá viendo con el tiempo, así que a partir del lanzamiento de «The Final Frontier», todo depende de ellos mismos y, como decía el capitán Jean Luc Picard: «El cielo es el límite».
Crítica de J. José Jiménez de RafaBasa.com