Rivas Rock. Ese festival de rock que nace con motivo de las fiestas patronales de Rivas Vaciamadrid y que, en su edición de 2016 (ya la tercera) empieza a consagrarse como uno de los grandes festivales del año, pero… ¿Cuáles son los motivos de su éxito? Claramente, una apuesta por la calidad.

El aspecto técnico y organizativo, primero y esencial. Así que vamos por partes y comenzamos por el acceso.

La organización ya avisaba días antes por las redes sociales de las normas y recomendaciones para el festival, entre ellas que ante la posibilidad de colapsos se fuera previsor con el acceso. A primera hora la venta de entradas y el cambio de estas por pulseras se producían con agilidad. La cola en la entrada empezaba a crecer. Mientras apuraba unos tragos de kalimotxo con nuestra compañera Paloma Novo y planeábamos ir entrando para posicionarnos a ver a Envidia Kotxina, volteamos la cabeza y la cola había desaparecido en apenas unos minutos. Salí del recinto dos veces a por ropa de abrigo al coche y la tónica era la misma. En el momento entrar por una punta del recinto y salir por la otra puede parecer un fastidio, pero logísticamente es un acierto porque entrar suponía unos segundos y salir era instantáneo.

El recinto del Auditorio Miguel Ríos es alucinante. Su disposición da lugar a ver cómodamente un concierto desde cualquier lugar de la pista sin sufrir el polvo producido en los pogos, desde una amplia grada de gran capacidad descansando tranquilamente y además, no menos importante, la posibilidad de contar con baños limpios y de verdad. Este último detalle, que no es posible en otros festivales, es un plus sobre todo cuando pasada la media noche siguen bastante limpios.

Y la verdad es que tomar unos tragos con los amigos escuchando buena música es un planazo, esencialmente cuando dos amplias barras con muchos camareros solucionan rápido el avituallamiento. Los precios, además de anunciados con antelación para evitar sorpresas, un estándar de lo que viene siendo un festival.

Ahora bien, lo más importante viene cuando unos de tus amigos te dice “Deberías resaltar en la crónica que es el sonido está siendo la hostia. El mejor sonido en un festival en los últimos diez años”. Y no solo es cierto que el sonido era muy bueno, impecable, y que probablemente tuviera razón, sino que el juego de luces del escenario han dejado imágenes tan espectaculares como las que Mikel Masa aporta a estas líneas. Luces que han permitido conseguir imágenes de cierta calidad para las redes sociales con un móvil manteniendo la información al minuto, pero que sobre todo han grabado un gran espectáculo audiovisual en las retinas y cerebros de los asistentes. Por poner una pega, creo sinceramente que alguien debería disparar con bazooka contra la máquina de humo. Opinión personal.

Pero todo esto no podría haber sido posible sin un buen cartel que llamase la atención lo suficiente como para que esta nueva convocatoria fuera un nuevo éxito de asistencia.

Y tras haber amenazado lluvia toda la semana, incluso habiendo caído el diluvio universal hasta el día antes, entre nubes y con una temperatura ideal, arranca a las 16.30 horas el Rivas Rock con Ángel, Ziku, Txafas y Hugo sobre las tablas y llenazo desde primera hora. Hay que destacar (y si alguien recuerda la crónica de la primera edición de este festival igual le suena) que Envidia Kotxina jugaba contra el fútbol y ganó incluso con el campeonato de liga en juego. Hasta Ángel tuvo unas palabras para recordar este hecho, a la vez que agradecer el apoyo de su público tanto en esta circunstancia como en todos y cada uno de los conciertos de esta gira de despedida que están viviendo de manera tan especial. Mientras el F.C. Barcelona se alzaba como flamante campeón, en Rivas estábamos bailando temas como Día tras día, Mala patada, Un madero mil lapiceros, Deskiziao, A Ras de suelo, nos dio tiempo a transportarnos al País de Alicia o a los Kampos de Exterminio y hasta acabar exhaustos con el recuerdo a Lady Di. Nada más empezar y ya nos habíamos venido arriba. O acababa de puta madre o en catástrofe. Obviamente, de puta madre.

El concierto de Habeas Corpus dio para mucho, muchísimo. Al poco de comenzar me comentaban “¡qué setlist más raro están haciendo!”, raro en el sentido de poco habitual, obviamente. Repasándolo ahora creo que ni faltó nada ni sobró nada. A temas como Ni una más, Basado en una historia real, A las cosas por su nombre, Fascismo nunca más, Otra vuelta de tuerca… Les intercalaron otros como Después del último adiós o un cierre tan bien elegido como Sois ejemplo. Hubo tiempo para círculos, walls of death, locura máxima, agradecer el compartir escenario con las bandas del cartel, hacer resonar la persecución que ha sufrido S.A. (en ocasiones todos) por no difundir el mensaje que se considera socialmente aceptado, un momento para recordar a Carlos Palomino y hasta felicitar a dos chicos que celebraban sus despedidas de soltero en Rivas. Comentaba MARS que no sabía que la gente todavía cometía insensateces y que enhorabuena si era para bien y si era para mal, aprovechaba para ofrecer los servicios del abogado con el que comparte escenario. Muy comunicativos y guerreros. Habeas de diez.

Y la temática social continúa de la mano (o los instrumentos más bien) de El Último Ke Zierre. Entre la selección, mucho de su último disco Cuchillas, un plástico que indudablemente tenía que ser carne de directo dando caña a temas como Cientos de diablos, combinado inteligentemente con grandes éxitos como Insurgente o Tus bragas, ese tema que no podía faltar a riesgo de que las muchísimas almas que lo coreaban estallasen en cólera si se producía su ausencia. Muchas ganas de dar guerra y mucha personalidad son las armas de EUKZ, uno de esos grupos esenciales para la temporada festivalera porque siempre funcionan y dejan, ante todo, una buena sensación en sus seguidores, que este pasado sábado en Rivas se dejaron hasta el alma con sus tablas.

El puto amo que le llaman. Evaristo Páramos y Gatillazo pueden movilizar a una multitud y vaya si lo hicieron. Si alguno recuerda del colegio la definición de “isla” he de decir que así me sentí yo cuando la gente enloqueció con Txus, no rodeada de agua por todas partes pero sí de pogos y cerveza que volaba y no había forma de escapar de ello. Pero no solo de La Polla vive el hombre y Gatillazo da buena cuenta de ello. Con sus ácidas denuncias transformadas en letras acompañadas de lo más reconocible del punk nacional pudimos disfrutar de un amplio setlist que incluía Sr. Juez, Un minuto de libertad, La Última Patada, Mucha Muerte, Siglo XXI… Para concluir con Odio a los partidos. Con el público en el bolsillo, lo de puto amo es un título de pleno derecho.

Llegada la media noche, llegaba también la descarga de fuegos artificiales mientras Soziedad Alkohólika bajaba del escenario tras una hora y media de tralla. La adrenalina se había apoderado de todos los que esperaban ver a los de Vitoria nuevamente en la Comunidad de Madrid. Algunos, incluso con el logo del grupo fondeando el escenario y a pocos segundos de comenzar secundaban la de Santo Tomás y su máxima de “si no lo veo, no lo creo”. Pero sí, venían a dar todo lo que en ocasiones anteriores no les habían permitido y se explayaron a gusto. La brutalidad sonora con un bien seleccionado repertorio dejó muchas caras de satisfacción y muchas gargantas mudas ya de corear temas como Ratas, Piedra contra tijera, Cuando nada vale nada, Nos vimos en Berlín… Era evidente que la expectación y la sombra de lo que otras veces no pudo ser, iba a reventar el auditorio. Se veía venir y amén.

Las redes sociales a veces son una bomba de relojería y una publicación en Facebook hacía saltar las alarmas a media tarde. ¿Qué tramaban los Boikot? Si Rivas estaba de fiesta, ellos iban a vestir el escenario de fiesta también. De por sí son un espectáculo, pero la noche del 14 de mayo traían muchas sorpresas escondidas en la manga y una puesta en escena cuidada al milímetro. A la habitual colaboración de Raquel (Yo no las conozco) y el coro femenino en Bajo el suelo, se sumaba la colaboración de Pipi (Ska-P y The Locos) en Sin tiempo para respirar. Además pudimos ver a Juanan, al mando de la trompeta, caracterizado para contar la historia del guerrillero de Bella Ciao y respaldado por un fabuloso montaje de imágenes bélicas en las pantallas. Pero sin duda, si alguien sabe ganarse a la audiencia, es la pequeña Inés que puso voz a la canción que lleva su nombre demostrando que la calidez de su garganta puede dar cera como la que más.

El cierre de la noche corría a cargo de los extremeños de Sínkope y muchos fueron los que aguantaron toda la jornada dando su apoyo a la formación hasta bien entradas las 3 de la madrugada. Volviendo a elegir como intro Me queda la palabra para ir tomando posiciones sobre el escenario, han conseguido que el público se meta en el concierto desde el primer segundo. Vito tenía la noche, por lo que no se olvidó de comentar tras sonar Encanutao, que no es que fume por vicio, sino porque le va bien para la garganta; ni tampoco olvidó recordar a los presentes que “Nadie se hace rico trabajando”. Desde la platea había quien fumaba, había quien no, pero pocos dejaron de corear temas como Llamando a mi bruja, Cuando no te pones falda, A merced de las olas, El carro de la vida o el cierre del festival que corría a cargo de En tarros de miel.

Gran festival y el estar pasándolo bien es lo que tiene, que metidos en materia ya no hay ganas de irse a dormir. Cosas que pasan, había que acabar la fiesta en la verbena. Así que aprovecho para recomendar para las próximas fiestas patronales de Rivas y una vuelta por sus casetas, atracciones y demás actividades, porque se lo montan muy bien y esperemos que así sigan.

Crónica de Verónica Diez de Maneras de vivir