El pasado sábado hubo un instante en el que cerré los ojos y volví la vista atrás unos cinco años, al momento en el que ACCEPT anunciaron una nueva reunión sin el que fuera su mítico vocalista de –casi- toda la vida y la incertidumbre provocada hasta la gira y, meses después, la salida ya en el año 2010 de “Blood of the Nations”.
Ya en el año 89 dieron un paso en falso con “Eat the Heat” (disco que a mí al menos me gusta pese a lo diferente de su propuesta, e incluso me atrevería a decir que el paso del tiempo lo ha tratado bien) al no ser lo que de ellos se esperaba. Afortunadamente, no cayeron en el mismo error, siendo la inclusión del vocalista Mark Tornillo un acierto pleno, lo que les ha permitido efectuar su personal “back in black”, retomando la actividad en directo primero desde el circuito de salas de pequeño/mediano aforo y yendo gira tras gira a otras de mayor capacidad, editando además tres fantásticos –y distintos entre sí, aunque 100% ACCEPT cada uno de ellos- álbumes como son el citado “Blood of the Nations”, “Stalingrad” y recientemente “Blind Rage”, que además servía como pretexto para tenerles en la capital una vez más.
Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com
Y así, volviendo a la tarde del sábado, pude ver, una vez reabiertos los ojos, una sala repleta de fans (con una media de edad en los que la gran mayoría no íbamos a cumplir los treinta y cinco ya) disfrutando de dos horas de concierto de una banda entregadísima, rezumando pasión y entrega hacia lo que ellos hacen por todos los poros de su piel. Toda una institución dentro del heavy metal europeo, como siempre lo han sido, sin nada ya que demostrar y esgrimiendo su capacidad sonora con una rotundidad que ya quisieran muchos –incluso más jóvenes- para sí mismos.
Comentar además, que ACCEPT a día de hoy, consiguen que sus temas de más reciente cuño puedan convivir sin problema alguno con los más clásicos, no faltando aquellos himnos punteros en su carrera discográfica e incluso permitiéndose el lujo de recuperar alguna perla no tan habitual en sus directos, pero dejando que su etapa más representada en los conciertos sea la actual, sin querer vivir de su glorioso pasado exclusivamente.
Quisiera, antes de entrar en la dinámica de lo que fue el concierto y mis impresiones sobre el mismo, realizar dos apuntes que me resultaron curiosos e interesantes y me apetece reseñar: en primer lugar, hablar del aforo limitado de La Riviera impuesto por la Comunidad de Madrid, el cual demostró que un sold out puede ser una sala repleta de personas pero donde haya espacios vitales y en el que todos los asistentes puedan ver y disfrutar el concierto acorde al precio abonado por la entrada; el segundo, el hecho de que, tras examinar el puesto de merchandising comprobara que una banda de música, a día de hoy, no venda sus discos (igual no les quedaban en stock para la gira, no digo que no sea así) pero sí dos modelos distintos de gafas de sol con su logotipo, lo cual da que pensar sobre cómo está el negocio de la música hoy por hoy.
Ahora sí, hablemos de música. Y lo primero es hacerlo de DAMNATIONS DAY, cuarteto que durante media hora, ante un aforo reducido, tuvieron la posibilidad de desgranar parte del que fue su álbum debut, “Invisible, the Dead”.
Los australianos dejaron buen sabor de boca, aunque por momentos fueran difíciles de encasillar, pues comenzaron con dos temas, el que se llama igual que su disco y “The Meaning”, que bien podrían beber de la escuela Queensrÿche, para más tarde dar paso a un heavy-power metal americano como “I Am” o “Lucid Dreaming”, cada vez más cañeros y con un Mark Kennedy cada vez más desatado en sus labores vocales y cantando en tonos más y más altos. Un Mark al que personalmente libraría de su guitarra rítmica y le dejaría sólo con el micrófono, de cara a que pudiera aportar más matices a sus melodías, ya que de fuerza anda más que sobrado. “Reaper” pondría punto final a su actuación aunando sus dos facetas: la progresiva (gracias a sus interludios acústicos) y la más poderosa.
Poco después los más rezagados iban entrando, apagándose las luces pasadas las nueve y media de la noche para la descarga del Terror Teutón. Saldrían como ídem con “Stampede”, la cual también abre su más reciente obra. El sonido, ya de primeras, estaba realmente bien ecualizado, potente y a la altura de las circunstancias, teniendo un público entregadísimo desde los primeros compases del concierto, siendo el siguiente tema “Stalingrad” la perfecta prueba de ello. “Hellfire” y “200 Years” fueron la constatación de que los alemanes están más que orgullosos de sus obras más recientes (y sobradas razones tienen para ello, ciertamente), aunque pronto tendríamos el primer guiño clásico con la celebradísima “Loosers and Winners” y el hipnótico “London Leather Boys”, que en directo sonó como un cañón. “Starlight”, con Wolf y Herman al centro interpretando el solo doblado a terceras, completó la primera triada de temas rescatados desde hace tres décadas, no teniendo nada que envidiar a ninguna de sus predecesoras, nueva o antigua.
Vuelta a “Blind Rage” con un poderoso “Dying Breed” en el que jugaron con el público haciendo parones al final para que corearan las dos palabras de su título. “Final Journey” puso en funcionamiento por vez primera los cañones que, colocados estratégicamente en el escenario, expulsaban columnas de humo, aparte de ponernos a todos a corear la “Primavera” de Vivaldi. “Shadow Soldiers”, con una nueva muestra del feelilng guitarrero de Wolf Hoffmann (quien aprovechaba en cada solo para tomar el centro del escenario como suyo) ampliamente coreado por sus fans madrileños, pasando al sabor bluesy de “From the Ashes we Rise”, la cual, reconozco que volví a emocionarme pensando que sería “Bulletproof”, y es que ese comienzo…
Vuelta a los clásicos, esta vez con el incontestable “Restless and Wild” con la esperada respuesta del público coreando tamaño himno, botando y brazos en alto, al igual que en “Ahead of the Pack”. “No Shelter” fue usada para un pequeño duelo en su mitad entre Wolf y Peter, donde el bajo tenía cierto sonido country que, junto al ritmo de batería a base de redoble de caja le dio un giro bastante curioso al asunto.
Iniciando la famosísima melodía rusa, “Princess of the Dawn” rompía por todo lo alto. “Dark Side of My Heart” (la cual, como dato curioso, comentar que escuché esa misma mañana en RNE mientras anunciaban el evento) sonó melódica en desarrollo y pegadiza en cuanto a estribillo, genialmente bien recibida. En similar tempo llegaría “Pandemic”, sonando los cantos del Tirol que arrancarían la colosal “Fast as a Shark”, con la que se despidieron por vez primera.
“Metal Heart”, o ¡qué mejor manera para comenzar un bis! Toda La Riviera se rindió ante la vuelta de los alemanes y la continuación del conciertazo al que estábamos asistiendo, ahora con un Tornillo descamisado aunque sin achacar las dieciocho canciones anteriores que hasta ese momento llevaba a sus espaldas, fresco como al comienzo en cuanto a capacidad vocal y con esa pose tan característica suya de encarar algunas notas agudas cantando hacia arriba.
“Teutonic Terror”, ¡qué ganas tenía de escucharla! Y es que es ya otro clásico más y su interpretación no decepcionó un ápice, poniendo a todos a cantar. Y por supuesto, “Balls to the Wall” es el perfecto colofón, el fin de fiesta definitivo siendo uno de los temas punteros dentro de la historia del heavy metal, dejándonos a todos con ese sabor que sólo ciertas bandas y una contada serie de citas pueden proporcionarnos.
ACCEPT tienen cuerda para rato, estando en un momento envidiable y nosotros tuvimos la oportunidad de estar ahí y contároslo.
Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com