Después de haber actuado ya en el municipio madrileño de Rivas este mismo año, los seguidores intuían que sus dos actuaciones en este imponente escenario eran propicios para que hubiera sorpresas más allá de que fuera filmado o de la implantación de las zonas tranquila y marchosa –una más de las utopías de Robe- para que cada espectador viva el concierto del modo que prefiera. Si bien el viernes el repertorio fue fiel reflejo de lo que es la actual gira, ya tuvo variaciones con respecto al del Auditorio Miguel Ríos, pero en el que de verdad se saltaron el guión en algunos compases fue en el segundo de los conciertos en Las Ventas.

Crónica de Esther Martínez de MariskalRock

VIERNES 12

No habiendo un esqueleto muy definido en los setlists salvo en algunos tramos concretos, la cosa sí comienza cada noche como bien sabe todo aquel que les haya visto durante la gira: “Al cantar” de Platero y Tú como aviso para que tomemos posiciones; la locución que nos pide que apaguemos los teléfonos móviles y la pitada que le sucede por parte del respetable; la bajada del contenedor que simula llevar dentro a los músicos; finalmente, el verdadero inicio del show con “Extraterrestre” en versión instrumental y derivando en “Sol de invierno”. A partir de ahí, se han dado muchas variables durante la gira, pero el primer cambio del viernes -día en que el lleno no fue total pero se rozó- con respecto a Rivas no llegó hasta el quinto corte, adelantando posiciones “Mama” y las potentes arrancadas de batería que Cantera se reserva para los conciertos frente a la versión de estudio, más pulcra. Antes habían sonado “Buscando una luna” y “La vereda de la puerta de atrás” con su emocionante despegue final. También emotivo es el ocaso de “Golfa”, sexta canción del repertorio continuada por “Calle Esperanza s/n”, a la que le cuela Iñaki un fragmento de la Novena Sinfonía de Beethoven.

La presentación de “Locura transitoria” es las dos noches igual, reconociendo Robe que no tiene “ni puta idea” de qué va la letra, y de sobra es conocido el discurso previo a la interpretación de la inédita y ciertamente pegadiza “Canta la rana”, con el cantante sentado pidiéndonos que no les filmemos para que el momento sea único en todas las ciudades, prometiendo una grabación en condiciones cuando concluya la gira; lo que no esperábamos, y por un momento no hizo temer que se torciera la velada del viernes, es que Iniesta se dirigiría directamente a un seguidor medio en broma pero airado: “Qué, como si te la meneas, ¿no? Siempre digo: “No me voy a cabrear”...” Por suerte, le restó hierro al asunto y acabó reconociendo que él también tiene que mejorar su actitud.

Hasta donde sé, el bloque de ‘La ley innata’ previo al descanso es inamovible, con “Dulce introducción al caos”, “Lo de fuera” con algunas estrofas nuevas y “La realidad”, donde Iñaki se sienta al teclado sin que ello quiera decir que Aiert Erkoreka abandonara su puesto en las alturas.

La parada suele ser de unos 20 minutos, pero esta vez anunciaron que a lo mejor sería algo más corta porque el ayuntamiento dicta la hora máxima a la que han de terminar los conciertos (tengo entendido que si te pasas son 10.000€ de multa). Si el primer día Robe nos decía que harían lo que quisieran y nos animaba a hacer lo mismo “porque estamos en un país libre”, en la segunda velada señalaba sin tapujos la fachosa condición del consistorio madrileño, mandándolo a tomar por culo. El grupo estuvo unas tres horas sobre las tablas cada noche, con lo que, más allá de que pasen de largo por algunos de sus primeros discos, poco se les puede reclamar.

Mandan los cánones de la gira de 2014 que el regreso ha de ser con “Prometeo”, y evidentemente, tanto por tratarse del disco con el que alcanzaron la fama masiva como por la propia fuerza del tema, es fácil reengancharse al concierto. El propio grupo sale más motivado en la segunda parte del espectáculo. Casi estás esperando que empalmen con “Sucede”, pero lo que ocurre es que nos llevan a tiempos inmemoriales con “Jesucristo García”. Desata la locura también en la supuesta zona tranquila justo después de que Iniesta hubiera hecho mención al citado experimento, que hasta fue motivo de pieza informativa en algunos telediarios. “Disfrutad todos a vuestro rollito”, sentenciaba Robe. El cantante se pone marchoso con el final de “Poema sobrecogido” e incluso se va a bailar a la tarima de la batería cuando Cantera se queda aporreando él solo unos instantes.

“Tango suicida” precede a “So payaso”, una de esas canciones que une al público de todas las raleas y edades y donde, curiosamente, las dos noches se escucha poco el solo de Iñaki. Robe recita como antaño antes de “Standby”, cuya outro de piano es ligada con maestría con la intro del festivo “Salir”, en la que el cantante deja que nos encarguemos nosotros de las primeras estrofas. Aiert roba otros instantes de protagonismo con el hammond a lo Jon Lord que sirve de puente entre el tema de ‘Canciones prohibidas’ y ese “Puta” en el que mezclan “las palabras como las drogas, aplicando solo las mejores, las más fuertes”. Robe e Iñaki juegan con el riff de “¡Qué borde era mi valle!” antes de entrar de verdad con una de las canciones más contundentes del repertorio, que contrasta con el canto de hermandad que significa “Ama, ama, ama y ensancha el alma”. Se despiden en calma con “El camino de las utopías”, aunque es un decir, porque lo hacen desembocar en el plateresco “Rockin’ All Over The World”, su versión de una versión de una versión hasta llegar al original de John Fogerty después de haber pasado también por Status Quo. A estas alturas Uoho debería estar ya muerto, pero derrocha energía hasta el último momento, incluso en su forma de desmoronarse sobre la batería. Por cierto que Robe hace rato ya que se fue, saludando sonriente y agradecido antes de cederle el protagonismo a sus músicos en los últimos minutos del show. Llevamos tiempo señalando que hacía tiempo que no le veíamos de tan buen rollito. No sabemos a ciencia cierta qué ha cambiado en su vida y/o entorno aparte de la confianza que le brinda el contar en su equipo, y en las labores de manager, con Alen Ayerdi, batería de Marea y Ciclonautas; pero el caso es que se le ve feliz en su mundo, el mismo donde antes se apreciaban resquicios de insatisfacción.

SÁBADO 13

Aparte de la del sold out total, fue la primera fecha en anunciarse, y por tanto la que acumuló el mayor número de seguidores acérrimos del grupo, aquellos a los que el fútbol se la suda, al menos si hay concierto de su grupo, aunque cierta foto de 1996 en la que se ve a Robe con Rosendo luciendo ambos camiseta del Atleti hace pensar que a Iniesta debió hacerle gracia el resultado final.

Muy pronto llegaron las agradables sorpresas, cuando en la el tercer turno cayó, por primera vez en esta gira, “No me calientes que me hundo”. Después de “La vereda de la puerta de atrás” el cantante se disculpaba por tener la voz algo tomada después de haber estado el día anterior tocando la guitarra hasta las 6 de la mañana; no obstante, no se resintió mucho.

Otra novedad fue “Entre interiores”, de su último plástico ‘Para todos los públicos’, y justo después veíamos salir a un séptimo músico sobre el escenario. El percusionista “oficial” del grupo, Gino Pavone, les acompañó durante varias canciones con congas, pandereta y otros complementos rítmicos, empezando por “Desarraigo”, una de las canciones en las que más presencia tiene del repertorio de la banda y donde me llaman la atención el sonido Clavinet de Erkoreka y los dobles bombos de Cantera.

El delicado “Si te vas…” es otra de las canciones que varían con respecto a la noche anterior en la primera parte del show. Pero el sorpresón llega cuando, ya en el segundo tramo, Robe recita a Neruda como en la contraportada del CD y tocan un fragmento dignamente extenso de “Pedrá”. Terminan con el pique entre la guitarra y las teclas, seguido por un pequeño solo de Cantera que empalma directamente con el raudo “Mi voluntad”, y de ahí se van a “Autorretrato”. También reseñable el que en el momento hammond antes de “Puta”, Iñaki y Aiert se emocionaran tanto que tiraran el teclado al suelo. Por lo demás, el resto del concierto caminó hacia la simetría en cuanto a su homólogo del día anterior, pero desde luego que las dos jornadas se complementaron muy bien como para que mereciera la pena pagar dos veces.

Venga, en la próxima y suponemos que lejana incursión en Madrid, en vez de tres conciertos en Madrid, solo uno y en el Calderón, si es que para entonces todavía sigue en pie. Palabras mayores, sí, pero ¿acaso Extremoduro no lo son también?

Crónica de Esther Martínez de MariskalRock