El décimo disco de los titanes americanos Obituary es exactamente lo que nos podemos esperar de un disco de Obituary: death metal sucio y grave con su inconfundible sello personal, lleno de canciones cañeras y motivantes con alternancia de rapidez punk y lenta y machacona pesadez. El problema es que exactamente esto es lo que nos hemos encontrado en cada uno de los discos anteriores de la banda, y aunque este álbum homónimo es indudablemente disfrutable y sigue poniendo de manifiesto que los hermanos Tardy y los suyos estan en un gran momento de forma, quizás peca de ser demasiado repetitivo y de parecer un pequeño aunque apañado refrito de ideas ya vistas mil veces antes en su propia discografía.
El Florida death metal, una de las escenas más prolíficas e influyentes en la música extrema de los ochenta y noventa, aún no ha gozado de la recuperación y reexposición que otros subgéneros clásicos del metal ya han disfrutado en estos últimos años. Y ojo que no se trata de una escena cualquiera, ya que de allí salieron la inmensa mayoría de bandas que acabaron por definir de forma pivotal la forma que tomaría el death metal al otro lado del charco, con los Death del añorado Chuck Schuldiner a la cabeza. Pero además de ellos y de los Obituary que nos ocupan, bandazas míticas como Morbid Angel, Deicide, Massacre, Monstrosity, Autopsy, Six Feet Under y un largo etcétera de hall-of-famers del death también gestaron sus andanzas en las cercanías de Tampa. Por degracia, después de vivir sus días de gloria a principios de los noventa, la mayoría de estas bandas pasaron por serias crisis de popularidad y de identidad (Obituary mismo estuvieron separados seis años alrededor del cambio de siglo) de las que aún no han acabado de recuperarse del todo. Quizás con la buena forma que estan demostrando algunos de estos grupos y con el éxito que han cosechado las giras de D.T.A. (Death To All), el proyecto homenaje a Death y a Chuck Schuldiner, podemos empezar a vislumbrar un tímido y merecido renacimiento.
Enfrentarse a un nuevo álbum de Obituary siempre despierta una especie de sensación de deja-vú. Si bien su característico death metal de afinación bajísima, gritos desgarrados, distorsión exagerada, violencia sonora sin piedad y alternancia entre momentos veloces repletos de actitud puramente hardcore y pasajes lentos y pesadísimos es super disfrutable y tan identificativo que supone casi un subestilo por si mismo, la evolución que observamos disco tras disco es prácticamente nula. Las canciones son definitivamente motivantes y van sobradas de energía, pero en más de una ocasión la fórmula me suena tan y tan familiar que me encuentro con la duda de si estamos escuchando realmente un tema nuevo o se trata de alguna de regrabación de material más antiguo.
Este disco de título homónimo es ya el décimo de la banda de los hermanos Tardy, y llega tres años después de su celebrado Inked in Blood, probablemente el mejor trabajo que han publicado este siglo. Perfectamente conscientes de ello, ni la idea ni la ejecucion no han cambiado demasiado a la hora de plantear este nuevo trabajo, ahondando en ese sonido tan particularmente sucio que definía su anterior entrega y manteniendo el mismo lineup liderado por los fundadores Donald Tardy a la batería, su hermano John a las voces y Trevor Peres a las guitarras, acompañados por los más recientes Terry Butler y Kenny Andrews al bajo y a la guitarra respectivamente. El disco es corto y te salta directamente a la yugular, sin atisbo de irse por las ramas en ningun momento. Es uniforme, entretenido y coherente, suena bien y se disfruta con facilidad. Los temas también son concisos y ninguno se escapa de los cuatro minutos y poco, sin tener que escarbar nunca por entre la paja. Como curiosidad, para este disco homónimo recuperan, supongo que temporalmente, el logo con el dragón alado encaramado a la T que ilustraba la maravillosa portada de The End Complete (1994), un disco que, a pesar de no ser de mis favoritos, siempre recordaré con cariño al ser una de las primeras camisetas que me compré, a los 14 años recién cumplidos y sin haber escuchado aún a la banda, convirtiéndome inmediatamente en el más chungo de la clase.
Obituary es una banda que se mueve con comodidad y sobrada solvencia tanto en un death punkizado, sucio y veloz como en la identificativa pesadez que supone su sello más característico y con la que resulta imposible mantener la cabeza quieta. Estas dos vertientes se encuentran en muchas ocasiones en el mismo tema, como en «End It Now», pero lo habitual es que predomine una o la otra de forma muy clara. Y en este disco, aunque las iniciales «Brave» y «Sentence Day» pertenezcan al primer registro, dando un pistoletazo de salida muy trallero y divertido, la mayoría de temas se adscriben a la línea lenta y pesada, con sus puntos álgidos en «A Lesson in Vengeance», «It Lives» o sobretodo «Turned to Stone», un pepinazo 200% Obituary con gritos de ultratumba de John Tardy y un riffaco simple, lento y contundente que hemos escuchado un par de millones de veces antes pero que sigue molando y motivando como el primer día.
En otros casos, como en «Kneel Before Me», «Betrayed» o «Straight to Hell», se quedan en un punto intermedio y escogen una especie de medio tiempo que me recuerda a algunos de los mejores momentos de World Demise. Los americanos son unos maestros ejecutando los tres registros, así que es inevitable que el cancionero que se nos presenta aquí sea, objetivamente, bastante impecable. A finales de 2016 la banda editaba un disco en directo, llamado Ten Thousand Ways to Die, que incluía también un par de temas nuevos. «Loathe» pasó sin pena ni gloria, pero el lento y pesado «Ten Thousand Ways to Die» que le daba título parece que ha resultado ser una canción suficientemente atractiva como para que, sorprendentemente, no solo decidieran incluirla también en este disco sino que haya sido la escogida para protagonizar lo que es de momento único y cachondo video rodado para este álbum.
No hay duda de que Obituary me gusta, y dada mi histórica apreciación por la música y el estilo de esta banda es probable que si lo escuchara por sí solo me pareciera una de las mejores entregas de death metal del año. Pero es que ostras, me resulta inevitable pensar que el material que vemos aquí es totalmente intercambiable con casi cualquiera de los trabajos anteriores, y esto me dá bastante rabia. Ya no solo se repiten clichés o algunos truquitos, sino que a veces me dá incluso la sensación de que muchos de estos riffs o de estas líneas vocales ya las he escuchado antes, de manera que el conjunto acaba resultando algo falto de personalidad. Los temas son buenos, es posible que muy buenos en algunos casos, y casi todos van a acabar irremediablemente en alguna de mis playlists, pero echo en falta algo más de frescura, de inventiva o de riesgo para que este disco me acabe de convencer del todo y trascienda más allá del disfrute superficial e inmediato. Por ello, y a pesar de que el título venga a suponer que estamos ante una especie de obra definitiva, me temo que este Obituary va a pasar sencillamente como uno más en la (sólida, eso sí) carrera del quinteto de Florida.
Para añadir al inmovilismo que percibo desde hace ya algunos años en este grupo, sus repertorios en directo suelen ser totalmente previsibles, apostando siempre por las mismas canciones, basándose casi al completo en Slowly We Rot y Cause of Death e ignorando prácticamente toda su trayectoria posterior. A ver, que yo también estoy de acuerdo que estos dos primeros discos son probablemente los más redondos de su carrera, pero tampoco me parece de recibo que únicamente la instrumental «Redneck Stomp» con la que suelen abrir, algun tema suelto de The End Complete o World Demise y un par de canciones de su anterior y celebrado Inked in Blood (que ya veremos si sobreviven al cambio de ciclo que supone la publicación de este nuevo álbum) hayan conseguido hacerse un sitio en los setlists recientes de la banda. A pesar de ello, sobre el escenario Obituary son una auténtica máquina y su presencia garantiza indudablemente que se van a comer con patatas a casi cualquier banda con la que compartan cartel. Tanto si no los has visto demasiado como si eres muy fan de su discografía más antigua vas a disfrutar como un enano, pero en el caso de que los hayas visto varias veces en poco tiempo o tengas aprecio por algunos de sus álbumes (e incluso temas) menos conocidos, esta falta de riesgo como mínimo te hará levantar la ceja. Soltada la pataleta, solo me queda rendirme a un hecho incontestable: si Obituary vienen a mi ciudad o me los encuentro en un festival, me cuidaría muy mucho de perdérmelos, ya que en directo hay bien pocas bandas más sólidas y brutales que ellos. Por el momento, y a falta de que anuncien cómo y en qué formato vendran a presentarnos este disco, tendremos la oportunidad de verlos en tierras gallegas en motivo del Resurrection Fest. La última vez que tocaron allí, en 2014, estuvieron fácilmente en mi top 5 de conciertos del festival. Y no me resultaría nada aventurado apostar a que en esta edición seran capaces de encaramarse a los puestos de privilegio de la misma manera.
Tracklist:
1. Brave (2:14)
2. Sentence Day (2:49)
3. A Lesson in Vengeance (3:07)
4. End It Now (4:02)
5. Kneel Before Me (3:04)
6. It Lives (3:24)
7. Betrayed (3:01)
8. Turned to Stone (4:13)
9. Straight to Hell (3:57)
10. Ten Thousand Ways to Die (3:16)
11. No Hope (3:21, bonus track)
Crítica de Albert Vila de Metal Symphony