Cuando en las navidades de 2012 falleció Mike Scaccia, un abatido Al Jourgensen veía negro el futuro de Ministry sin el que había sido su mano derecha en los últimos años. Aseguró por entonces que ‘From Beer To Eternity’ (2013), que ya estaba casi terminado cuando murió el guitarrista, sería el último disco del grupo. En los últimos meses se ha retractado, admitiendo que está componiendo canciones de cara a un nuevo álbum; y es que, a fin de cuentas, desde que Ministry salió adelante cuando Al partió peras con Paul Barker en 2003, quedó meridianamente claro que el único miembro insustituible es el propio Jourgensen.
Bienvenida esta gira en medio de la nada, con resultado de sala cerca del lleno aun cuando estamos en unas fechas poco propicias para los conciertos indoor.
Abrieron la velada los villarrealenses KILLUS, de llamativa propuesta tanto en lo musical –metal industrial con elementos de groove y goth- como en lo visual, con unos maquillajes tipo Halloween con los que amedrentan al personal, sobre todo cuando el bajista Premutoxx pone cara de loco. Su concierto empezó pronto y solo pude ver la mitad de la actuación, pero doy fe de que las reacciones de la gente fueron buenas cuando tocaron “Ultrazombies” o el “Feel the Monster” final.
Muy distinta es esta formación de MINISTRY, en la que tres de los miembros tienen sangre latina, con respecto a la que actuó en La Riviera en 2012 (también a finales de julio, por cierto). Siguen junto a Al el teclista John Bechdel y el guitarra Sin Quirin, pero hay tres caras nuevas: el guitarrista César Soto (ex Pissing Razors), el bajista Jason Christopher (Stone Sour, Sebastian Bach, Prong) y el batería Roy Mayorga (Stone Sour, Soulfly).
Comienza su show, mientras los músicos toman posiciones en el escenario, con la larga intro “Hail To His Majesty”, en la que Jourgensen intercala fragmentos hablados proferidos directamente por el micro, hace un paso militar o parodia el saludo fascista (porque sabemos de qué pie cojea, que si no… ya sabemos las consecuencias que tuvo para Phil Anselmo). La gran pantalla a sus espaldas no dejará de emitir imágenes en todo el concierto, muchas de ellas mostrando las vergüenzas de Estados Unidos, aunque en estos primeros minutos se pasean por allí también el auténtico Conde Drácula o Rasputín.
La primera canción propiamente dicha es “Punch in the Face”, y en la pantalla son varias las personalidades que reciben precisamente eso, puñetazos en la cara, con especial querencia para Donald Trump. En “PermaWar” nos asaltan imágenes bélicas de diversa índole, fanáticos islamistas incluidos, mientras que Mayorga le añade una pizquita de groove al marcado ritmo, que se note cuál es su especialidad. Y hasta ahí su defensa del ya lejano último disco del grupo, porque a continuación ponen la maquinaria al límite, tralla total, con tal bola de sonido que “No W” es casi ininteligible. Por suerte, aclara un poco para otra pieza furibunda: “Señor Peligro”, donde no solo vemos a George Bush, sino en bando opuesto, también a Hugo Chávez. Leemos un “Gracias amigos” que imagino está dedicado a nosotros por haber venido; bonito el detalle, sobre todo teniendo en cuenta que Al se dirigió en contadísimas ocasiones a un público que, en momentos como este, hizo de la sala una olla a presión. Se repartió leña de la buena en la platea, ¡vaya que sí!
Después de “LiesLiesLies” hay otro salto de disco, nos vamos ahora hasta ‘Houses of the Molé” y ese “Waiting” tan propicio para el desparrame, con la caja de Roy ametrallándonos sin piedad.
Turno ahora de su obra maestra, ‘Psalm 69’, con el tema que lo abría y el que los dio a conocer al gran público: “NWO”, cuya versión de directo, con variaciones en el ritmo y algunos cortes, no es tan consistente como la de estudio. Al se cuelga la guitarra y aparentemente es él quien toca las estridencias finales, aunque le suenan tan perfectas que para mí que está haciendo el paripé, sensación que también tuve en otras canciones, cuando el efecto vocal es el de alguien gritando a través de un megáfono. Lo que no me pareció playback fueron los punteos de un “Just One Fix” que sí les suena descomunal, siendo probablemente el punto más álgido del concierto.
El cantante hace referencia a las “canciones viejas”, así, en castellano, y nos vamos aún más atrás en el tiempo en este repaso regresivo a su discografía. “The Missing” inaugura el tramo ‘Land of Rape and Honey’ del show, sonando también “Deity” y “Stigmata”, otra de las canciones en las que se permiten variaciones rítmicas; entre medias de las dos últimas cae “Thieves”, cuyas arrancadas de caña provocan la locura en la sala, viéndose incluso algún stage diving.
La retirada ficticia nos adelanta que el concierto no va a ser muy largo. A su regreso, el número que repite insistentemente la locución nos adelante que se viene el apocalíptico “Psalm 69”. El concierto duró hora y media raspada, y la verdad es que no estaría mal que alargaran el repertorio hasta la hora y tres cuartos y tocaran más temas de este disco, echándose tremendamente en falta “Jesus Built My Hot Rod”, unas de sus canciones más famosas que incomprensiblemente hace la tira que no suena en sus conciertos. Más allá de esta reflexión, creo que no han acertado con el encore. La ambiental “So What” a mí se me hace un poco larga, aunque como detalle gracioso, vemos a Al escupirle agua a sus músicos. Tampoco me convence el final, también a medio gas, cuando tras decirnos “Hola Madrid” (¡a buenas horas!) arrancan con “Khyber Pass” y sus cánticos arábigos (pregrabados, por supuesto); en esta última aprovechó para presentar a la banda, cerciorándome entonces de que habían venido con teclista, porque estaba tan en penumbra que apenas se le distinguía al pobre.
Distó de ser el concierto perfecto, pero aun así lo disfrutamos y lo sudamos como la ocasión lo merecía. Puede que al día siguiente alguno fuera a trabajar con un diente menos.
Crónica de Juan Destroyer de MariskalRock.com