Zakk Wylde + Jared James Nichols – 14 Junio 2016 – Sala La Riviera (Madrid)

La guitarra por bandera en una noche muy especial para los amantes de dicho instrumento. Por primera vez recibíamos con su nuevo proyecto a Zakk Wylde, uno de las leyendas vivas de la guitarra, conocido por su labor como mano derecha durante varios años de Ozzy Osbourne, o por su proyecto BLACK LABEL SOCIETY.

Además esta velada es especial ya que se producía un regreso que no tardó mucho en llegar, y es que el talentoso Jared James Nichols no hace mucho estuvo de gira junto a Glenn Hughes por nuestro país, llevándose quizás la mayor ovación de aquel show.

Las actuaciones arrancaban con Jared James Nichols, una de las últimas sensaciones de la guitarra, que nos deleitaría con impecables solos de guitarra en los que desprendía energía y emoción a raudales. Todo ello acompañado de su voz rota y de una base rítmica marcada por bajo y batería sublime.

Destacamos cortes como “Playing for Keeps”, con un sonido muy Ted Nugent, siempre con ese buen gusto bluesero recorriendo su seis cuerdas sin valerse de púa, como si de una guitarra acústica se tratara, lo que nos recuerda a otros artistas como Richie Kotzen. “Can You Feel It?” es más rockera y nos puede recordar por momentos incluso a ZZTOP con ese ritmo y esos riffs de guitarra tan marcados.

De verdad, toda una experiencia ver a este trio en directo, ya nos sorprendieron en su anterior paso como teloneros por Madrid, y una vez más se llevaron al público de calle. Ganas de disfrutar de un show únicamente suyo.

Y llegaba la hora de recibir a Zakk Wylde, que nos presentaba así su nuevo plástico “Book Of Shadows II”, continuando con aquel disco de 1996 que tanta repercusión tuvo en su día y que catapultó aún más su carrera.

Arranca La Riviera ardiendo al ritmo de “Sold My Soul”, grandiosa y coreada composición que además nos trae a un Zakk desatado con un solo que va más allá incluso de los diez minutos, toda una lección de virtuosismo y buen hacer a las 6 cuerdas. Pero este inicio tan arrollador se tornó en un espejismo, y es que escuchando su disco de estudio sabes que la dinámica no será tan cañera como otros proyectos anteriores. “Autumn Changes” y “Tears of December” son preciosas, pero como comentaremos durante toda la crónica, la monotonía y la relajación marcarían prácticamente todo el show del artista californiano. Bajón en un público expectante pero sin la suficiente emoción en “Lay Me Down” o “Road Back Home”, únicamente respondiendo cada vez que Zakk se acercaba a las distintas zonas del escenario para marcarse alguno de sus solos, fueron momentos de puro sentimiento que contrastaban con las estrofas, que a muchos se le llegaban a hacer pesadas.

La misma línea continuaba con “Yesterday’s Tears”, y eso que hay que decir que el sonido fue más que correcto y que la voz de Wylde es una delicia. Otra versión distinta del artista la observábamos en “Between Heaven and Hell” armónica en mano, tema recuperado de ese primer volumen de “Book Of Shadows”. “Darkest Hour” o “Throwin’ It All Away” siguen siendo lineales, aunque esta última tiene su punto de emoción bastante por encima de la anterior y más con el momento de Zakk atravesando buena parte de la Riviera hasta alcanzar la zona de la barra central donde interpretará un solo entre el público que se acercaba sin dudar para tomar su instantánea del momento, uno de los grandes recuerdos que nos deja la noche.

“Dead as Yesterday” nos devolvía a la tranquilidad, mientras “Eyes of Burden” nos devuelve a este último disco. La siguiente en sonar sería “Way Beyond Empty”, donde Wylde vuelve a romper su voz en tonos más agudos y notas más altas, donde por cierto brilla con luz propia también. Nos acercamos ya al final con “The King”, en la que Zakk Wylde vuelve a sorprendernos esta vez con la primera parte del tema con él solo al piano y voz sin ningún instrumento más, aunque para la parte media aparece el resto de la banda para terminar dando un resultado épico a la canción. Impresionante ovación para recibir ahora “Lost Prayer” que vuelve a animar un tanto el ambiente, y “Sleeping Dogs”, siendo la elección perfecta para cerrar su show, ya que estamos ante dos de las piezas más importantes de su nuevo proyecto en solitario.

En definitiva, concierto correcto, musicalmente de calidad, pero demasiado largo y monótono en muchos momentos, y es que hora y cuarenta y cinco minutos dan para demasiado en este caso. Tuvo varios momentos de altura, pero otros muchos puntos bajos y demasiado lentos, para este tipo de conciertos no estaría mal hacer una gira de teatros más que de salas. Aun así, a cada paso que daba Zakk la gente se volvía loca, y es que no olvidemos lo que este hombre representa, consiguió salvar gran parte de su actuación con su carisma y su buen hacer y espectacularidad en los solos. Personalmente me quedo con otros proyectos de un Zakk Wylde alentando al público y saludándole como buen comandante que es.

Crónica de Óscar Gil Escobar de Rafa Basa