Ñu – 6 Mayo 2016 – Sala Joy Eslava (Madrid)

¡¡Molina se lo merecía!! Se colgó el cartel de “No hay entradas” en la Joy Eslava, y los actuales ÑU ofrecieron un gran concierto frente a un público formado en gran parte por viejos roqueros que terminaron encantados con el recital del flautista, interpretando  un interesante repertorio, luciendo un estado de forma fenomenal y sin polémicas. Por fin José Carlos supo aprovechar “su noche”, y lo hizo dedicando a su público frases como “Os quiero”, o “Gracias por regalarme una de las noches más felices de mi vida”. Sus seguidores salieron de la sala contentos por el concierto y llenos de satisfacción. ¡¡Así, sí, Molina!!

Antes de relataros como fue la velada, quiero dar las gracias a dos de sus hijos: Cristian y José Carlos, quienes además de subirse al escenario para tocar con su padre, hicieron “lo imposible” para que el concierto y  “El Molina” brillaran intensamente esta histórica noche que a su vez sirvió para celebrar el 40 aniversario de ÑU. También debo aplaudir a los músicos invitados que asistieron a la cita, y  suspender a los que declinaron la invitación. Creo que, aunque algunos ex miembros no terminaran muy bien su relación con ÑU, esta noche deberían haber olvidado antiguas rencillas, y haber formado parte de la celebración, pero bueno, cada cual hizo lo que quiso, y quien estuvo allí demostró su cariño por José Carlos y su público, como no podía ser de otra forma.

Todo pintaba previamente muy bien, y así terminó, tras un sobresaliente concierto, donde yo personalmente, como fan de ÑU, eché de menos muchas canciones, pero siendo justos, el repertorio elegido fue bueno. El público que llenó la sala fue soberano y entusiasta y me recordó al que también llenó los dos shows de ASFALTO con Miguel Oñate en Madrid. Últimamente parece que los cuarentones están dando buena cuenta del refrán de “Los viejos roqueros nunca mueren”, lo cual a mi me alegra muchísimo. No solo hay que salir de casa cuando tocan AC/DC o IRON MAIDEN, amigos.

Molina demostró una forma física de gran nivel, y que a pesar de los años sigue cantando muy bien y dirigiendo a la perfección tras 40 años a sus ÑU, formados actualmente por Javier Arnaiz “Bumper” a la batería, Peter Mayr a los teclados,  Luis Romero a la guitarra y Ramón Álvarez al bajo. Como ya he dicho, estuvo simpático, directo, y esta vez no usó la ironía, ni discursos maleducados que tanta mala fama les dieron durante años. A ver si es verdad que se centra y sigue en el futuro la misma tónica de esta genial noche.

Con un retraso de unos 8 minutos, la banda salió a escena con “Viejos himnos para nuevos guerreros”, el tema insignia de su  decimotercer álbum de estudio, editado en 2011. Aquello sonaba muy bien. Al menos donde yo estaba situado, el sonido fue bastante bueno durante todo el concierto.

José Carlos salió ataviado con su chaqueta “medievalesca” roja de flecos y hombreras que le lleva acompañando desde hace años (luego lució su “eterno” chaleco), y desde el principio se notó que iba a ser el Molina de las mejores noches.

Su banda estuvo sobria pero compacta, donde claramente destacaron Peter, el veterano teclista “primo-hermano” de Jon Lord dando una lección de maestría y clasicismo tocando su órgano Hammond con actitud y clase, y el bajista Ramón Álvarez, quien tocó muy bien, metódico y con calidad. Junto a ambos, hicieron su trabajo el clásico Bumper a la batería  y Luis Romero, un guitarrista que cumplió sin más florituras, ni lucimientos.

“Los ojos de la Zíngara”, en una versión renovada,  demostró que Molina estaba con ganas y eso quedó claro, con flauta en ristre y cantando bien.

Un trío de “grandes “éxitos” imprescindibles hicieron que el público se viniera arriba: “Animales Sueltos”, muy coreado, y los demoledores “No hay ningún loco” y “La Granja del Loco”. La fiesta estaba en su cima cuando “Manicomio” llegó y reinó, con José Carlos majestuoso y agradecido al público, al que dedicó frases de cariño.

Llegaba la primera irrupción en escena de invitados, y entraron en bloque Juanmi Rodríguez a los teclados, Nacho de Carlos y Pedro Vela, a las guitarras, Luisma Hernández, al bajo, Joaco Ruiz, al violonchelo y José Carlos Molina, -hijo del jefe-, a la batería, quien tocó muy bien. También se sumaron en una plataforma elevada Cristina Lubián y Eva Reina, quienes hicieron una gran labor como coristas.

Tocaron  “Hada”, un bello tema de más de diez minutos que relajó el ambiente quizás en demasía, y “Galeras”, ya sin Joaco y Pedro.

Volvieron a escena “Bumper”, Peter Mayr,  Luis Romero y Ramón Álvarez para marcarse una buena versión del mítico “Preparan”, único tema que rescataron de su primer álbum.

Molina cogió la guitarra acústica y sentado, entonó los primeros versos de “Tocaba Correr”. Rápidamente el éxtasis se apoderó del público, que cantó al unísono esta gran canción.  Para interpretar “Ella” José Carlos se colgó el teclado inalámbrico y cantó Gaby De Val, -quien lo hizo muy bien-, con el apoyo de los excelentes coros de Cristina Lubián y Eva Reina. Cristian Molina, -otro de los hijos del flautista-, se sumó a la banda tocando la guitarra, haciéndolo muy bien.

“Fuego” y “El Hombre de Fuego” sonaron poderosas, aunque a menos velocidad, sobre todo la primera, pero si con mordiente y garra. Ahí quedó claro que Molina sigue siendo un gran cantante.

Para los siguientes “A golpe de Látigo”, fusionado con “Sé quién” tocó Jorge Calvo a los teclados. Me encantó esta última, canción que el público recibió también de muy buen grado. Una pena que Enrique Beltrán de Lys no se sumara a la fiesta para tocarla.

“El tren”, “El Flautista”,  y “Más duro que nunca” fueron los tres último temas. Casi al final de “El Tren” se sumó la violinista Judith Mateo, quien escénicamente ofreció gran personalidad y tocó de maravilla. Yo siempre pensé que desde la salida de Joan François André (quien murió hace años) ÑU debió tener alguien tocando el violín para no perder el punto folk/medieval. En”El Flautista” también tocó la flauta de pico Jorge Calvo, a quien se le vio disfrutar especialmente.

Y como colofón final, Molina se sentó al piano y cerró la fiesta con una entrañable “Una copa por un viejo amigo” que todos cantamos, con múltiples invitados encima del escenario.

Fue una gran noche, histórica noche. José Carlos ofreció lo mejor de sí, tocaron casi dos horas, no hubo charlas, ni polémicas, no hubo instrumentales eternas, (solo tocaron a mitad del show la versión de “King Henry Madrigal” de Enrique VIII), ni improvisaciones tediosas, ni solos de flauta de diez minutos. Fue un concierto memorable digno de un 40 Aniversario.

¡¡¡Molina, así, SÍ!!!

Crónica de Rafa Basa de RafaBasa.com