La noche de un martes no parece la mejor para dar un concierto. La semana está recién empezada y cada hora nos acerca al madrugón de rigor a la mañana siguiente. Sin embargo el exterior de la famosa sala Joy Slava de Madrid presentaba una cuantiosa cola en su entrada. Numerosos fans se habían congregado para presenciar el paso de THE WINERY DOGS por la capital. La banda formada por Mike Portnoy, Ritchie Kotzen y Billy Sheehan llegaba presentado su segundo redondo, titulado “Hot Streak” y que para muchos (entre los que me incluyo) fue uno de los mejores discos del pasado 2015.
Resumir la trayectoria y talento de los integrantes de este power trio es casi una redundancia: sus nombres hablan por sí mismos y a nadie le extraña que sean capaces de atraer a varios cientos de personas cualquier día de la semana. Las puertas se abrieron y la gente fue entrando poco a poco a la sala, llenándola en su práctica totalidad. Se palpaba el rock en el ambiente y todos estábamos deseoso de escuchar los primeros acordes, pero antes de THE WINERY DOGS tenían turno unos británicos “recién estrenados”, por así decir, por el conocido sello Frontiers Records. Bajo el nombre de INGLORIUS y presentando su primer disco (de título homónimo) se esconde una formación potente y con garra que saltó al escenario decididos a gustar.
Debo reconocer que era la primera vez que les escuchaba (aún no he podido escuchar su álbum) y no sabía muy bien lo que me iba a encontrar ¡y vaya sorpresa!. Si pudiera repetir la experiencia, volvería a ir sin escuchar su disco, porque el impacto de descubrir una banda así sobre las tablas es algo muy especial que no ocurre todos los días. La formación tiene un sonido hard rockero muy clásico de las islas, con una influencia notable de WHITESNAKE y algunos trazos de la época de JL Turner en RAINBOW.
Con mucha energía, garra y muy buena actitud, los británicos arrancaron su bolo con una intensa “Until I Die” y la cañera “Breakway” , calentando los motores para una sorpresiva versión del clásico “I Surrender”, que les garantizó el favor del público desde es momento en adelante, con la aparición de temas de su disco como “High Flying Gypsy”, “Holy Water” (un auténtico temazo) o “You’re Mine” entre otros, aderezados con un a interesante versión de “Girl Goodbye”, despidiéndose de un agradecido público con “Unaware” tras aproximadamente 45 minutos de actuación.
Tras la espera de rigor saltaron al escenario los cabezas de cartel, que arrancaron con la potente “Oblivion”, de su todavía reciente “Hot Streak”. Un tema directo y con alma de single que demostró ser perfecto para comenzar la actuación del trío. Le siguió “Captain Love”, un tema que es pura garra y actitud, con un hard rock que une la escuela americana y el sonido británico y mucho gusto a las voces. Desde el primer momento pudimos comprobar la energía y compenetración de la que hace gala la formación sobre las tablas, regalándonos interpretaciones completamente orgánicas y espontáneas, permitiéndose pequeños lujos en cada tema, alargando un solo aquí, añadiendo mini jams en las partes instrumentales… La compenetración entre Mike Portnoy y Billy Sheehan es absolutamente telepática y el resultado, sencillamente genial.
La banda continuó desgranando un setlist dividido a partes iguales entre sus dos discos, presentando en tercera posición “We Are One”, uno de los temas que más celebrados de su debut y toda una prueba de la versatilidad de la formación. La Telecaster de Kotzen cobraba vida propia en sus manos y el bajo de Sheehan envolvía el escenario con un halo mágico que solo él es capaz de conseguir. “Hot Streak”, “How Long” y “Time Machine” continuaron llenando la actuación de los perros bodegueros, haciendo subir la temperatura de la sala, levantando los vítores y coros del respetable y dejando a más de uno boquiabierto ante una demostración de clase, técnica y actitud en un sorprendente “todo en uno”.
“Empire” es uno de los temas que más me gustan de “Hot Streak” y sonó verdaderamente espectacular, con Sheehan en un papel muy protagonista y Portnoy divirtiéndose tanto como divertía a los demás. Con “Fire” llegó un momento algo más íntimo y relajado, un pequeño respiro que comenzaba a hacer falta en una sala repleta. “Think It Over” es todo clase, un tema lleno de blues y jazz que sonó de autentica maravilla. Es uno de mis favoritos en “Hot Streak” y fue uno de mis momentos favoritos del concierto. Una vez terminado el tema (que comenzó con Ritchie al detrás del teclado Wurlitzer) con todos sobre el escenario, pudimos disfrutar de un ligero pero divertido solo de batería de Portnoy, una elección muy inteligente ya que un solo de batería más prolongado o complejo habría roto la magia del show.
Sin tregua comenzó “The Other Side”, que avanzó hasta desembocar en un solo de bajo verdaderamente descomunal. Lo de Sheehan más que tocar parece un espectáculo de magia. Una autentica maravilla que marcó el comienzo de la recta final, en la que el trío encadenó los temas “Ghost Town”, “I’m No Angel” y “Elevate” antes de abandonar las tablas para un pequeño descanso previo a los bises. No se hicieron esperar demasiado y nos regalaron el oído con dos temas más: “Regret” y una celebradísima “Desire”, que marcó el punto y final del concierto.
Crónica de David Rodrigo (Coon) de MetalCry.com