Sentimientos encontrados en la nueva entrega de Tuomas Holopainen y su banda Nightwish. Cuatro años después de su anterior ‘Imaginaerum’, la gigantona Floor Jansen (que ya se unió al grupo en la gira del mentado disco) se hace cargo de la voz cantante derrochando como siempre buenas formas, pero con la pequeña decepción de no haber podido desplegar todo su impresionante y variopinto arsenal sonoro.
Crítica de Álvaro López de MariskalRock
Queda asumido el leve desaprovechamiento de una vocalista de la que sabemos que, aún mostrándose genial, se le puede sacar mucho más partido si se la deja desatarse como ella realmente sabe. Porque ese quizás sea uno de los puntos flacos que más destacan en este nuevo plástico de los finlandeses.
Vale que en líneas generales el álbum guarde más aciertos que otra cosa, eso vaya por delante, pero también es justo remarcar que tanto su excesivo metraje (79 minutos), como su desorbitado abuso de la orquestación en los últimos cortes, hacen que este ‘Endless Forms Most Beautiful’ pierda unos cuantos puntos en el cómputo global. Que sí, que vale que temas como el que nos mostraron como adelanto – “Élan” – suenen más al pop del Sueño De Morfeo que a otra cosa e incluso calquen su propuesta en el aún más irregular “My Walden” que se cascan a mitad de disco; de acuerdo con que “Our Decades In The Sun” se haga excesivamente larga por mucho que resulte de inicio una más que interesante y currada balada; incluso la obrita adolece de un considerable exceso melódico aún contando con auténticos pelotazos de oscura tralla melosa del tipo “Weak Fantasy” o “Yours Is An Empty Hope”. Pero a pesar de ello, el álbum termina por enganchar si se le dan las oportunidades que merece.
Eso sí, pese a empezar realmente bien con el “Shudder Before The Beautiful” (tan típico como viciante) o guardar algún momentazo más de la mano de “Alpenglow” e incluso “Edema Ruh”, la exagerada ampulosidad sinfónica de “The Greatest Show On Earth” (al que de los 24 minutos que dura, le sobran unos 10 como mínimo), hace que este último trabajo de los de Holopainen acabe por resultar tan encantador como ligeramente tedioso.
Crítica de Álvaro López de MariskalRock