Lo ha conseguido. Slash ha logrado tener una nueva época dorada para el en pleno 2014. Lejos quedan los tiempos de Guns n’ Roses, Velvet Revolver o Slash’s Snakepit…ahora tocaba armarse de valor, y en un mercado en el que algunas estrellas del rock ya no tienen cabida, el mago de la chistera sorprende con su tercer trabajo en solitario de nombre Wold On Fire, y lo digo porque se trata del tercer álbum en el que no baja el listón, entregando de nuevo otra lección de hard rock del siglo XXI.
Crítica de José Rojo de MetalZone
Y si bien, Apocalyptic Love, su anterior hijo, se digería más rápido por su menor número de pistas, he de decir que World On Fire, cuanto más lo pinchas, más te envenena, y gran parte de culpa de ello lo tiene un Myles Kennedy que ya se ha convertido por derecho propio en un estandarte vocal de la nueva era.
Ante un artwork artístico y para nada usual, World On Fire nos trae una producción de escándalo como viene siendo costumbre, y la friolera de 17 nuevas composiciones, en las que la banda (sus Conspirators), nos enseñan toda la artillería disponible para la nueva gira. World On Fire,el tema homónimo, ataca con fuerza, con un riff speedico y un estribillo de altura. Hard rock del que ya no se hace con frecuencia, y que a lo largo y ancho de la escucha, es un constante compañero. Por supuesto, la sombra de Alter Bridge se proyecta en cortes como Shadow Life, sobre todo en su estribillo, donde parece que Myles ha tenido mucho que ver. Pero la marca de la casa se apodera del sonido de nuevo con un Automatic Overdrive inmediato, guitarrero, sucio y perfecto para intercalar con sus ya temas imprescindibles. Grandioso el solo de nuestro amigo en el corte, por cierto.
Wicked Stone tiene alma, personalidad y fuerza, mientras que 30 Years To Life nos recuerda a los mejores Velvet Revolver por la inmediatez de las guitarras, eso sí, todo con el sello inconfundible que imprime una voz tan prodigiosa como la de Kennedy. Y si…quizás sean muchos temas, y es lo que hace que sus anteriores entregas sean menos densas, pero «it’s only rock n’ roll», y el álbum se sigue dejando escuchar con el «on» puesto hasta el final. Y la bajada de acelerador que suponen Bent To Fly o Stone Blind, quizás sean lo más dinámico del álbum, pareciendo ésta última un descarte de su aclamado Ain’t Life Grand, atesorando por supuesto, una calidad única.
Rock es la palabra, que en cortes como Withered Delilah es definitiva y definitoria, o The Dissident, donde las influencias más clásicas en la ejecución se hacen más patentes. Como no, también tenemos un corte al más puro estilo Sweet Child o’ Mine (salvando distancias por supuesto), o Fall To Pieces, llamado Iris Of The Storm, y lo digo por el punteo principal, que desemboca en una forma radiable y totalmente loable para disfrutar en conciertos masivos.
Son 17 temas…para todos los gustos, y para todas las edades. Pero no hay ni uno que te sobresalte en el mal sentido de la palabra, sino que la sonrisa que se dibuja en la galleta del cd, sale con casi todos los temas de tu rostro durante la degustación. Vale, no hay un Anastasia, o un Ghost, pero sigue desprendiendo una magia que ha sabido renovarse con los años, y que nos ha vuelto a entregar uno de los álbumes del año.
¿Pasará la gira por nuestro país en esta ocasión?. Yo personalmente, ya estoy esperándola.
Crítica de José Rojo de MetalZone