Cuando hace 4 años salió al mercado el debut discográfico de TRIPTYKON, casi nadie se vio sorprendido por la abrumadora calidad de aquellas nuevas canciones. De hecho, todos lo tomamos como algo natural después de CELTIC FROST, como si tan sólo ‘Warrior’ hubiese sido CELTIC FROST y no necesitase de nadie para transportar su ponzoñoso sonido. Aquel primer disco fue monumental, y lejos de ser algo obvio, considero que el mérito de aquello jamás se ha reconocido debidamente en la medida en que se trataba de una banda totalmente nueva, bastante joven y con la que Tom llevaba relativamente poco trabajando.
Crítica de Jorge del Amo Mazarío de RafaBasa.com
Aun así, TRIPTYKON asombraron absolutamente a todo el mundo reclamando un trono que les correspondía por herencia, y ante un CD tan perfecto siempre queda la duda del qué vendrá después, del cómo se puede mejorar, y de si realmente sería posible completar un segundo trabajo como mínimo a la altura. Pensándolo mejor, era un poco incoherente dudar de esto vistos los precedentes, ¿no?
Ha llegado el momento, y nada ha cambiado. TRIPTYKON mantienen su formación inicial intacta y el espíritu perverso y corrupto heredado de los últimos CELTIC FROST, y 6 años después Tom G. Fischer no deja de evolucionar siempre partiendo de una misma base, que como en “Eparistera Daimones sigue intacta. La grabación ha tenido lugar de nuevo en Woodshed (propiedad de V. Santura), en Alemania, y también en el propio local de ensayo del grupo en Zurich, Suiza, consiguiendo un sonido difícilmente superable que denota una intención clarísima y un trabajo de supervisión a cargo del propio Tom muy meticuloso. El disco, como el primero, suena a puro culto, oscuro e insidioso en cada acorde, en cada disonancia, en sus desarrollos más lentos y dramáticos como en sus arrancadas más agresivas, que las hay en mayor medida que en su debut también. En cuanto al ‘artwork’, ‘Warrior’ sigue apostando por H.R. Giger como ilustrador de su imaginería negra, como ha hecho toda la vida, y en esta ocasión nos presenta un cuadro perteneciente a la serie Mordor, siendo en concreto el número VII, algo menos cromático y más disforme que la portada de su anterior trabajo.
Profundizando en la música de “Melana Chasmata” (abismos negros, en latín), nos encontramos con un disco redondo y endemoniado al nivel al que ya nos tienen acostumbrados. Como contrapunto, y comparado con su precursor, TRIPTYKON han dado un pasito más lejos de CELTIC FROST acercándose a su propio ser, que tiene que ver casi con todos los estilos que uno pueda imaginarse dentro del metal extremo. Es cierto que para muchos (entre los que me incluyo), “Eparistera Daimones” tenía demasiado que ver con “Monotheist”, que quizás la transición de una banda a otra casi no había existido, pero ahora la película cambia por completo y aunque por supuesto no se trata tampoco de la noche y el día, podremos apreciar elementos desligados por completo de lo que fue la discografía de CELTIC FROST, lo cual yo agradezco mucho.
Lo primero que va a llamarnos la atención es que en este segundo disco V. Santura tiene casi tanto protagonismo a los ‘growls’ como Tom Fischer, mientras que en el primero Santura metía segundas voces de manera más ocasional. Eso le da un toque completamente diferente al disco, haciéndolo sonar más extremo sin que, sea como sea, suene tampoco a death metal más de lo necesario, lo que para mí no deja de ser un misterio. La línea general sigue siendo ese ‘proto – sludge’ básico en apariencia y angustioso, de guitarras estridentes, tempos variados con predominancia del medio tiempo y bases ‘doom’, sin olvidar momentos de agresividad al más puro estilo ‘thrasher’ como es el caso de “Tree Of Suffocation Souls”, que en esta ocasión da comienzo al CD de un modo muy diferente a “Goetia”, hace 4 años. ”Boleskine House” llega a continuación ofreciéndonos un enfoque totalmente diferente, mucho más lento, reconocible, y donde brillan las voces susurrantes y femeninas de Simone Vollenweider, que lleva colaborando con Tom desde “Monotheist”. Mucha amplitud estilística en estos dos primeros temas, lo que no deja de repetirse constantemente en un disco algo más corto que el primero, pero que resulta más sorprendente si cabe.
“Altar Of Deceit” recuerda razonablemente al primer disco. Un corte lento, agónico, con una coletilla que se repite por parte de Tom constantemente en el como si de una lobotomía se tratase, como en “In The Sleep Of Death”, que llega mucho después pero que quiero destacar desde ya como uno de los temas más desgarradores, enfermizos y románticos que ha compuesto el grupo, con papel estelar de Santura a las voces. ‘Doom’ con tintes muy melódicos y hasta cositas de ‘goth’ a lo CHRISTIAN DEATH muy espolvoreadas. Siguiendo con el desarrollo del CD, “Aurorae” es como un oasis instrumental hasta la mitad y después, con la relajada y oscura voz de ‘Warrior’, nos da un sabor también similar a lo que podría considerarse un rock gótico melódico, también cercano a algo más reciente como ese ‘doom melódico’ pero cocinado a fuego lento. Con “Demon Pact” vuelve la languidez de su clásico ‘doom/ sludge/ industrial’, donde los suizos siguen atreviéndose con pasajes más innovadores al bajo y con constantes cambios de registro en la voz que lo vuelven impredecible. Hay algo de APOLLYON SUN también en todo esto, seguro que el fan sabrá apreciarlo.
Pasado el cénit del disco con “In The Sleep Of Death”, “Black Snow” es otro de esos momentos cumbre del disco con sus casi 13 minutos de duración, donde tienen cabida momentos épicos, desarrollos muuuy lentos y toda la esencia de absolutamente cada disco que ha grabado Tom Fischer hasta el momento, todo comprimido. No deja de fascinarme cómo apenas encontramos sobresaltos en este CD como tal, pero aun así el interés se mantiene altísimo con una tensión y calidad abrumadores durante todo el álbum. “Waiting” es un tema muy atípico, sombrío para cerrar este gran trabajo, otra vez con Simone a las voces pero esta vez susurrada por una muralla de sonidos lúgubres, coros tétricos y pesadez ambiental como nunca les habíamos visto. Una canción diferente, corta y que habla de la diversidad de ideas que deja ver “Melana Chasmata”.
Poco más que añadir, salvo destacar lo bien que está evolucionando ‘Warrior’ con los tiempos y lo bien que ha sabido sobreponerse a las adversidades cuando ha tocado. Un disco imprescindible, seminal, del que se pueden extraer infinidad de momentos memorables y muchos ejemplos de cómo mezclar elementos de muy diversa índole homogeneizando el producto. No veremos muchos discos mejores que este en 2014.
Tracklist:
- Tree Of Suffocating Souls
- Boleskine House
- Altar Of Deceit
- Breathing
- Aurorae
- Demon Pact
- In The Sleep Of Death
- Black Snow
- Waiting
Crítica de Jorge del Amo Mazarío de RafaBasa.com