Lo vivido en el Vicente Calderón esta noche de jueves ha sido una de esas grandes noches donde un estadio con el cartel de «no hay entradas» colgado desde hace semanas estaba rendido ante unos BON JOVI que traían un enorme espectáculo donde la escenografía, las luces, el sonido… todo ha sido perfecto, tocando en dos horas y tres cuartos veintiséis canciones donde ha habido de todo y para todos, interpretando temas de casi todos sus álbumes y metiéndose en el bolsillo desde el comienzo hasta el final a su público, y es que ese «Livin’ on a Prayer» lo han escuchado hasta en la plaza de Neptuno.
Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com
Sólo nos ha faltado la presencia, clase con la guitarra y gran voz de Richie Sambora. Han suplido la baja del Consigliere con dos guitarristas de los que ha destacado un Phill X (además con la vestimenta más rockera e incluso heavy de todos ellos) que ha respetado al 100% todo el trabajo y sobre todo los solos del mítico miembro, además de un Jon Bon Jovi más guitarrero de lo habitual (de hecho el número de canciones en las que no ha tocado el instrumento ha sido inferior a las que hemos podido verle a las seis cuerdas). Un Jon que sigue siendo ese enorme frontman desbordante de carisma, llenando con su presencia el escenario y provocando el delirio con cada gesto suyo (sobre todo del sector femenino, que aunque el hombre ya tiene sus entradas todavía le podemos aplicar eso de «el que tuvo, retuvo») y sobre todo, cantando muy bien durante todo el largo show, aunque algunos momentos de apuro ha pasado, pero esforzándose al máximo por dar lo mejor de sí.
Me quedo además con la sensación de haber visto a un muy buen batería como es Tico Torres, tocando con un gran feeling y derrochando simpatía a raudales y, sobre todo, un David Bryan que no sólo ha sacado petróleo de su set de teclados sino que ha aportado unos coros increíbles; menudo conciertazo de ambos.
Una vez dentro del estadio ya nos asombramos con el precioso escenario, presidido por un enorme capó de un Chevrolet descapotable bajo el que estaba el escenario que se extendía por los guardabarros laterales, la rendija del radiador con mini televisores y el parabrisas superior que era otra enorme pantalla flanqueada por otras dos a derecha e izquierda sobre las que se iban proyectando diversas imágenes, a parte de las de la propia banda tocando y algunas ocasionales del emocionado público. Sobre este monstruo colgaban las mastodónticas luces y P.A. que dieron unos juegos de focos y sonido impresionantes desde el primer tema.
A las 22:00 con una puntualidad milimétrica se apagaban las luces, apareciendo sobre el parabrisas del Chevrolet imágenes de todos los miembros originales, incluido Richie, arrancando el inicio de fiesta con «Tha’t what the Water Made Me», uno de los mejores temas de su último álbum. Aquello sonaba nítido y a un volumen adecuado ya desde el primer tema (de verdad, impresionante el despliegue de sonido y luces en todo el concierto), con un Jon Bon Jovi derrochando simpatía y sex appeal con un estado vocal bastante bueno, aunque éste fue de menos a más según fue calentando su voz.
Si la entrada del concierto fue buena, «You Give Love a Bad Name» puso ya las cosas en situación como el clásico incontestable que es y con gran parte del público luciendo las cartulinas que la organización había puesto a su disposición con los colores blanco, rojo y amarillo, dando la bienvenida a España a la banda. «Raise your Hands» fue el momento de alzar nuestros brazos hacia el cielo, para con un «buenas tardes» y agradecernos el apoyo de los fans españoles durante sus treinta años de historia, comenzar un «Runaway» donde Jon tocó una Les Paul (la verdad que a tres guitarras e incluso con el vocalista haciendo un solo de guitarra al final no venía a cuento en este tema, le hubiera preferido verle ejercer de frontman y más con una canción de este calibre) en una versión demasiado ralentizada, por debajo del tempo original en estudio y omitiendo el agudo del estribillo final.
«Lost Highway» fue un pequeño bajón de intensidad, aunque pusieron a buena parte del respetable a gritar «hey, hey» con él, retomando con fuerza en cuanto oímos el «two, three, four» que daba paso a una emocionante interpretación de «Born to be my Baby» donde las voces del Calderón fuimos una junto con la banda y donde servidor, al igual que muchos, no contuve las ganas de besar a la mujer de mi vida. Termina el tema y se oyeron los primeros «oé» de la noche, siguiendo con una rockera «It’s my Life» que continuó la fiesta llenando de positividad el estadio mientras unos vídeos de engranajes en movimiento hacían acto de presencia en las pantallas con Jon subido al lateral izquierdo (que era el parachoques del coche) provocando el delirio generalizado.
El nuevo single «Because we Can» llegó precedido del agradecimiento por el número uno que supuso el disco en las listas de ventas españolas, personalmente un tema muy de directo que me gustó más que en su versión de estudio y con un estribillo gancho para las masas que funcionó muy bien, continuando con «What About Now?» que le da título al álbum y sentenciando con el rock&roll básico de «We got it Goin’ On» para sonar su particular homenaje al «Sympathy for the Devil» de los Stones dando paso a ese hipnótico ritmo de bajo y a las maracas con la frase «Madrid, you got to Keep The Faith», adornado por luces rojas, efectos de chispas y fuego a través de las pantallas y elipses naranjas que apuntaban hacia los palcos del estadio, alargando el final del tema con sendos solos de guitarras y teclado donde David Bryan lució y mucho tirando de hammond.
Llegó el turno de las baladas, primero con un «(You Want to) Make a Memory» que fue el momento de ver el estadio iluminado por la luz de los teléfonos móviles, continuando con un enorme «Bed of Roses» (que baladón y que bien interpretada por la banda y Jon dándolo todo, aunque sufriera en las partes más altas pero sin venirse abajo, cantando parte del estribillo en español al final) y el medio tiempo «In These Arms» coreadísima en todo momento.
Sin embargo nos adentramos en lo que particularmente pienso fue un momento de bajón en intensidad mayúsculo (pese a lo efectista del escenario y del concierto en sí) con una selección de temas que, a mi gusto, sirvieron para alargar el concierto pero poco más. Comenzando por un «Captain Crash & The Beauty Queen from Mars» que la verdad nunca me dijo gran cosa (eso sí con el público moviendo brazos de izquierda a derecha y con unas imágenes del concierto de efecto pixelado y unas preciosas formas geométricas rojas y azules de aire retro setentero), siguiendo con «We Weren’t Born to Follow» que en disco me gusta pero en directo no me dijo gran cosa, un «Who Says you can’t go Home» abanderado de su etapa más pop/rock que sirvió para hacernos cantar «it’s alright» en su estribillo y finalizando con la versión del clásico de John Fogerty «Rockin’ all over the World» que a la voz de Jon, la verdad, no le pega mucho. Aunque por fin, siguiendo con esa onda más netamente rock&roll que acababan de iniciar, el concierto volvería a despegar gracias a «I’ll Sleep When I’m Dead», poniendo punto y aparte hasta el bis por todo lo alto con «Bad Medicine» donde unas bailarinas vistas como si fueran radiografías, con minifalda y liguero aparecían por las pantallas mientras Jon hacía uso de la plataforma que le acercaba a las primeras filas chocando manos y usando como capa la bandera española que desde el público le hicieron llegar.
La reentrada no se haría esperar, comenzando bastante floja, eso sí, con «Love’s the only Rule», lo que pronto remediarían cuando los acordes country inundaron Madrid (de nuevo hay que alabar a Phil como guitarrista, pues suplió perfectamente las complejas partes de Sambora en uno de sus temas míticos, aunque por supuesto, echamos en falta la presencia y carisma de éste) con un «Wanted Dead or Alive» sublime, donde al comienzo Jon nos pediría que grabáramos ese momento con la cámara del Smartphone para que quedara en nuestro recuerdo, siendo a partir de entonces todos uno solo.
«Have a Nice Day» fue coreadísima, presidida por el smiley de la portada y con Jon vistiendo la camiseta de nuestra selección mientras anunciaba el triunfo de la misma ante Italia. Y llegamos al momento más mágico de la velada, un «Livin’ on a Prayer» que, quizás no en la mejor versión que les he escuchado en directo pero totalmente emocionante como el gran tema que es, fue cantada voz en grito mientras recordábamos la historia de Tommy y Gina, la pareja protagonista con ese ritmo marcado por el efecto talk box de la guitarra y el hímnico estribillo donde Madrid lo dimos todo.
Finaliza «Livin’ on a Prayer» con Jon de rodillas ante su público, mientras el resto de la banda se adelanta a primera línea para saludar, mientras Tico Torres sirve de ayuda para que se levante el vocalista, coge el micrófono y nos dice «un poquito más ¿si?» con la consecuente respuesta por nuestra parte. «Always» sonó tremenda, con un cantante al que le estaba costando llegar a las notas más altas pero echando el resto y resolviendo la situación con solvencia, terminando por todo lo alto con «These Days» en lo que fueron dos horas y tres cuartos de uno de esos eventos que se quedarán en la memoria de tres generaciones distintas que allí estábamos presenciándolo; además, es que me encantó el ver a familias completas de padres, hijos y abuelos disfrutando del concierto, espero algún día yo también tener esa oportunidad.
Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com