Si echamos la vista atrás, parece claro que METALLICA no han tenido acierto en sus últimas decisiones arriesgadas, y a las pruebas me remito. «St. Anger», sin ir más lejos, fue un disco precipitado, atrevido y desatinado a partes iguales, donde el resultado quedó tan lejos de las intenciones de la banda que cuesta trabajo creer que estos mismos músicos compusieran algunas de las mejores obras del heavy metal de todos los tiempos.
Entonces quedó claro que los mejores METALLICA no iban a volver, pero al menos con «Death Magnetic» nos dejaron un aliento de esperanza, una pequeña muestra de que ciñéndose a lo que de verdad saben hacer todavía les quedan algunos buenos temas que ofrecernos en la recámara, aunque los días de gloria cada vez queden más lejos en el tiempo.
Puntuación: 4
Crítica de Jorge del Amo Mazarío de RafaBasa.com
Es por eso por lo que ahora, justo cuando empezaban a recuperar algo de crédito, no alcanzo a entender la motivación de los de San Francisco para unirse a un proyecto así, otro riesgo más que asumir de cara a su ingente base de fans y otro intento fallido de «revolucionar la música». Parece mentira que no se hayan dado cuenta de que ese tren solo pasa una vez en la vida, y ya lo cogieron a primeros de los 80’s.
La semilla de «Lulu» brota en el concierto de 25 Aniversario del Rock And Roll Hall Of Fame, donde METALLICA y Reed comparten escenario e inquietudes musicales. Es entonces cuando surge la idea de, juntos, facturar un disco conceptual sobre «Lulu», la ópera del mismo nombre compuesta por Alban Berg y basada en «El Espíritu de la Tierra» (1895) y «La Caja de Pandora» (1904), obras cumbre del dramaturgo alemán de finales del s. XIX y principios del s. XX Frank Wedekind, cuyos textos son la base letrística de un álbum conceptual que, evidentemente, es mucho más propio de Reed que de METALLICA, a quienes el proyecto ha venido bastante grande y de soslayo…
Un servidor, siempre abierto a nuevas propuestas y alternativas sonoras, en un primer momento acogió con cautela una idea que se me antojaba interesante, muy interesante y sobre todo innovadora. Nunca fui muy amigo del vanguardismo decadente del que Reed siempre ha hecho alarde, pero hay que darle crédito como uno de los músicos más incomprendidos de la historia del rock and roll. Por eso, la idea de tener a Lou Reed y a METALLICA juntos en un disco conceptual de tan sórdida temática, sólo podía ser un todo o nada, o un clásico adelantado a su época o un trabajo inconexo, denso y exageradamente personal, que es, en resumidas cuentas, este «Lulu».
Musicalmente hablando, «Lulu» no vale un pimiento salvo por secciones puntuales. De hecho, por momentos el disco es todo un atentado contra la armonía musical que se presupone, como si Reed, una vez más, hubiese querido dinamitar las bases de lo establecido con un disco con muchísimo de contracultural y nefastas consecuencias. Aun así, este «Lulu» ha de ser visto como mucho más que un disco de música, porque en verdad el apartado instrumental es sólo un acompañamiento de la sección vocal/ letrística, que es el verdadero fundamento del proyecto. Así, el disco es una especie de ‘audiobook’ con banda sonora integrada, una pieza literaria (de Wedekind) en la que Lou Reed recita, James Hetfield canta muy de vez en cuando y METALLICA hacen de ‘heavys’, sin que uno llegue a enterarse muy bien de qué demonios está sucediendo, una mezcla desconcertante y perturbadora que difícilmente puede llegar a conectar con el oyente a menos que uno sea devoto de la obra de Wedeking y de Lou Reed.
Además, es obvio que esta fórmula tan dependiente del apartado letrístico supone una barrera difícil de franquear fuera de los países de habla inglesa. Un disco en el que las letras pesan tanto y la música tiene tan poco que ofrecer, difícilmente podrá tener éxito fuera del territorio al que el producto está orientado, y por supuesto no hablamos ya de disfrutar del trabajo en toda su “magnitud»; si musicalmente nos encontramos una especie de BLACK SABBATH pasados de vueltas y las letras no se entienden, pues para qué queremos más… Sobre el papel de METALLICA en todo esto, resulta difícil sacar algo en claro. Lou Reed no necesitaba a METALLICA para hacer un disco así, y los de San Francisco no tenían la necesidad de desmarcarse participando en un disco como este, y más tras ver cuál ha sido su aporte. Parece más un capricho de Lou, tener nada menos que a METALLICA en el disco más duro y oscuro que el músico neoyorkino ha grabado a día de hoy, aunque apenas si se note que son Kirk Hammet, Lars Ulrich y Robert Trujillo los que hacen el “ruido». Así, e hilando un poco con el comienzo de la reseña, los de SF han vuelto a equivocarse en una elección arriesgada y anti-popular, que no les va a reportar ningún tipo de beneficio en lo que a sus seguidores se refiere, sino más bien todo lo contrario.
Aun así, reconozco que el inicio del primer disco está muy conseguido. “Brandenburg Gate» es mi tema preferido del disco, sobre todo porque consigue capturar la atmósfera auto-destructiva del personaje y aunar algunas virtudes reconocibles del estilo de Lou Reed y METALLICA, en un tema repetitivo, como todo el disco, pero al menos evocador. “The View» también se salva de la quema, aunque el hecho de que ese tema “insulso» de adelanto haya terminado siendo “menos malo» es un indicador clarísimo de lo que nos espera a partir de aquí (y no hablemos ya del segundo disco). “Pumping Blood» pasa con bastante más pena que gloria ante nuestros oídos, pero “Mistress Dread» es, con mucho, el peor tema de todo el disco, algo así como si cada uno hubiera metido en la mesa de mezclas su parte sin mirar la del otro, una excentricidad que jamás puede funcionar y tras la cual cuesta y mucho seguir con el hilo del disco.
De lo que queda de primer CD, sólo “Iced Honey» se salva mínimamente con algunos buenos riffs y una coherencia más o menos admisible, porque “Cheat On Me» aburre al tedio con casi doce minutos de una intrascendencia esperpéntica en la que no pasa nada, salvo un Lou Reed descarriado a quien su matrimonio le ha jugado una mala pasada.
En el segundo cede, la decadencia musical se hace todavía más acuciante. Recitar y recitar por parte de un Reed caprichoso y auto indulgente, Lou Reed en estado puro, que se centra en su discutible poder divulgativo para olvidarse de un apartado musical muy descuidado y en ocasiones hasta aleatorio, con una falta de coherencia alarmante y una nula capacidad para mantener la intensidad en los temas. Sólo destaco de esta parte curiosamente el final del disco con “Junior Dad», casi 20 minutos de experimentación de los que parece salir algo que transmite y, a su manera, recuerda al esoterismo del ‘shoegaze’ más minimalista.
En suma, otro palo de ciego más del Lou Reed más excéntrico y descarriado que se recuerda, secundado por unos figurantes de lujo como METALLICA, fatalmente asesorados, que se ven arrastrados al hoyo también. Un disco incomprendido, sí, pero no como “Relayer» o “The Dark Side Of The Moon». El tiempo dará o quitará la razón.
Lista de temas:
CD1
- 01. Brandenburg Gate (4:19)
- 02. The View (5:17)
- 03. Pumping Blood (7:24)
- 04. Mistress Dread (6:52)
- 05. Iced Honey (4:36)
- 06. Cheat On Me (11:26)
CD 2
- 07. Frustration (8:33)
- 08. Little Dog (8:01)
- 09. Dragon (11:08)
- 10. Junior Dad (19:28)
Crítica de Jorge del Amo Mazarío de RafaBasa.com