Los fans de HAMLET esperaban con ganas el regreso de la banda a la capital española tras aplazarse su concierto programado para enero por, como ya sabréis más de uno, la intervención a la que se tuvo que someter Luis Tárraga, uno de los guitarristas de la banda. La espera se hizo larga para algunas personas que estaban deseando ver a esa máquina destructiva que es HAMLET en directo, y prueba de ello era el cartel de sold out que firmaba el grupo horas antes del concierto.

Antes de ellos les tocaba hacer acto de presencia a EON, ante una Sala Penélope que no presentaba una gran cantidad de público, al menos por el momento. El grupo lanzó en diciembre del pasado año su último trabajo titulado “Médula” y, a juzgar por la entrega de algunos sectores del público, las ganas por verlos también estaban ahí.

Arrancaron su actuación con “Edén” y “Nébula”, dos temas que nos hicieron partícipes de que el sonido no iba a ser del todo correcto. Aun con los problemas en la voz de su cantante, Diego Cardeña, y, por momentos, en la guitarra de Rubén Ortiz, el grupo tiró de puesta en escena para ir metiéndose al público madrileño en el bolsillo. Si bien a algunas personas no les terminó de convencer su propuesta, algunos nos quedamos con ganas de escucharlos con un sonido más acorde para una banda que ha llegado a hacer dos sold out en Madrid.

“Soma” y “Verbo” precedieron la recta final de un grupo que suena potente por momentos y que, según ellos mismos, añaden influencias melódicas con tintes oscuros a sus canciones. Durante todo el concierto, y a modo personal, David Viana comandó la batería con una técnica estupenda, formando un tándem resultón y correcto con el bajista Miky Sánchez.

Tras seguir con “Insomnia” y “Duramadre”, su cantante Diego Cardeña presentaba “Placebo”, no sin antes agradecer al respetable, a HAMLET y a unas cuántas personas específicas, el hecho de poder estar tocando antes de una banda con una carrera tan exitosa. Para el último tema, “Víctima”, Diego saltó a la pista para interactuar con el público y hacer gala de sus habilidades como showman y ofreciendo los últimos remates a un concierto que, si bien no dejó contento a todo el mundo, a algunos sí que nos convenció, ya sea levemente o en cotas mayores.

Tras una espera que se hizo más larga de lo esperado, y donde el público empezaba a quejarse de ello, se empezaba a escuchar la introducción para dar la bienvenida a su ciudad a HAMLET. Saliendo todo el grupo a la vez, con un Molly encapuchado, la sala —ya a reventar—se puso eufórica tras los primeros acordes que anunciaban “J.F.”.  La mítica canción de su disco “Revolución 12.111” dividió la sala en una batalla de pogos en el centro del escenario, y gente que quería yacer más tranquila en los lados de la sala, actitud que permaneció durante todo el show.

Salieron con ganas al escenario, incluyendo tres auténticos himnos para empezar; “J.F.” anunciaba el pistoletazo de salida, pero “Egoísmo” ponía la sala patas arriba y “Limítate” añadió un plus más de potencia, con una banda que yacía entregada a su público. Tras tres canciones, pudimos advertir que los dichosos problemas de sonido volvían a hacer aparición y que, incluso en algún momento, Molly se vio molestado con ello, con todas las de la ley, por supuesto.

Engancharon “Limítate” con otro tema de su disco homónimo llamado “Vivo en él”, donde la sala seguía botando en todo momento, pero, para esta ocasión, un poco más calmados, algo que duró poco y donde “Imperfección” de su disco “La Ira”, volvió a poner al público en su estado de euforia total. En estos momentos ya comprobamos que el estado físico de su frontman, Molly, seguía al nivel de los últimos años: subiéndose a las columnas del escenario, corriendo de un lado para otro, saltando y todo esto cantando. Si bien su voz ha decrecido un poco con los años para algunos fans del grupo, sigue entregándose como el que más y eso solo se puede sentir estando en un concierto de la banda.

“Mi religión” sonó como un auténtico trallazo, pero con sus problemas puntuales; los problemas de sonido en la sala hicieron que la canción por momentos saturara, llegando al punto de molestar, pero es algo que no se debe achacar a la banda, dado que es un problema con el que lidian muchos grupos en las salas españolas, lo cual es una auténtica pena de la que muchos empiezan a sentirse hartos.

Para seguir con el concierto, Luis Tárraga arrancó con el riff de uno de los himnos de HAMLET: ahí llegaba “Antes y Después”, que fue coreada por toda la sala y que se irguió como uno de los momentos más álgidos de la noche. Es una canción que, además de sonar bastante bien en directo, hace brillar a toda la banda por igual. Tanto las guitarras, comandadas por Luis Tárraga y Ken HC, como la combinación entre la batería de Paco Sánchez y el excelente Álvaro Tenorio al bajo, acompañan perfectamente y en sincronía la letra cantada por Molly, con ese estribillo tan recordado del disco “Insomnio”.

Dicha compenetración en el escenario demuestra que la banda sigue cumpliendo muy bien sobre los escenarios, que Ken HC está perfectamente adaptado a las canciones que originalmente no fueron grabadas por él, y que el dúo rítmico de Paco y Álvaro es digno de admiración y, sin lugar a dudas, uno de los mejores que hay en territorio nacional dentro de esta música.

“Deja Vú” precedió a uno de los momentos más tranquilos de la noche —si es que los hubo— con la fantástica “Imaginé” de su disco “Syberia”. A parte de lo fantástico que suena dicho tema, fue un buen momento para coger fuerzas ante “Lamento” y “Ser o no ser”. En esta última, Molly tuvo el detalle de subir a una joven persona del público al escenario y hacer gala de su registro vocal, que, aunque ya dije anteriormente que ha decrecido con respecto a los años, sigue estando a un nivel más que notable para seguir al pie del cañón.

“Dementes cobardes” continúo poniendo la sala patas arriba, cantando las primeras estrofas de la canción ante un Molly que asentía con orgullo el trato dado por el público madrileño.Tras dicha canción, y con una introducción dada por Molly como una canción dedicada para todos nosotros, “Denuncio a Dios” empezaba a poner punto y final al show. Tras este tema, Luis Tárraga se encargó de coger el micrófono y recordar que había sido el cumpleaños del cantante hace poco, a lo que la sala contestó cantándole el cumpleaños feliz, con lo que Molly estuvo agradecido. Tras ello “Tu Medicina” y “Un mundo en pausa” puso fin al concierto antes de los bises.

De nuevo haciéndose de rogar, la banda salió tras cinco minutos para encarar la recta final con dos canciones más. Eligieron empezar los bises con la recordada “Para toda una vida”, segunda representación de “Syberia”, aquel disco con sonidos más relajados y alejándose de lo agresivo de la banda. Es una canción que funciona bien en directo, mejor que en disco incluso, pero que algunos asistentes no terminan de encajar dentro de lo que debería ser un concierto de HAMLET; hay gustos para todo el mundo.

El broche final a una noche en la que los pogos, Wall of Death y demás estuvieron a la orden del día, lo puso la mítica “Irracional”, con la que se despidieron entre vítores del público que disfrutó de una noche con una puesta en escena envidiable en territorio hispano, y con una banda que sigue cosechando éxitos allá por donde va.

Nos quedamos con las ganas de ver a Luis haciendo sus míticos saltos, pero su recuperación parece que va viento en popa y se le notó cómodo en el escenario, además de cumplir excelentemente como músico. Podemos decir lo propio de los demás miembros de la banda; Molly enérgico, Álvaro y Paco formando un tándem espectacular en el apartado rítmico y Ken HC acostumbrado totalmente a una banda en la que ya va a hacer tres años tras sustituir a Alberto Marín. Una banda que siempre cumple y en la que sus directos son sinónimo de fuerza, garra y entrega; esos son HAMLET.

Crónica de Juanma García de RafaBasa.com